Una pareja norteamericana compra una aldea abandonada en Manzaneda para abrir un hotel con encanto

María Cobas Vázquez
María Cobas O BARCO

MANZANEDA

Milla Nova y Sean McAuley adquirieron el antiguo poblado de Iberdrola en O Bao

05 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1958, la construcción de la presa de O Bao llevó a Saltos del Sil y Dragados — las encargadas de la obra— a levantar en las inmediaciones un poblado. El objetivo era dar alojamiento a los cientos de personas que trabajaron en dar forma al embalse. Fueron construcciones que estuvieron llenas de vida y de las que los moradores no precisaban casi ni salir. No solo tenía viviendas, sino que contaba con capilla y hasta con cine.

Pero las obras se acabaron y con el paso del tiempo, en la década de los sesenta, los trabajadores se fueron marchando. Desde entonces el poblado, ubicado en el concello de Manzaneda, estuvo abandonado. A principios de siglo Iberdrola —heredera de Saltos del Sil— lo puso a la venta y lo adquirió un particular. Durante años luchó para intentar restaurarlo, pero el dinero se acabó, tal y como él mismo contaba en La Voz, y lo puso de nuevo en el mercado.

En el 2021, la propiedad pasó a manos de la rusa Milla Nova y el inglés con ascendencia irlandesa Sean McAuley. Ambos nacionalizados norteamericanos, hace tiempo que decidieron invertir en España. Su primera adquisición fue una casa en Sevilla y estaban buscando otra más. Localizaron una de su gusto en Valencia. El trato estaba medio cerrado, pero en el último momento el vendedor optó por otro comprador. Ese mismo día, Milla entró de nuevo en Idealista y allí apareció la aldea de O Bao. «Me enamoré. Fue amor a primera vista», dice. Así que ella y Sean iniciaron las negociaciones para hacerse con el antiguo poblado. Era justo lo que querían, porque aunque en el pasado habían visto otras propiedades en Galicia, solo les vendían una parte. Y ellos querían la finca completa. En Manzaneda encontraron casi 5 hectáreas de terreno, que van desde la carretera hasta el río, en las que hay una decena de construcciones. Únicamente la antigua casa de los ingenieros está en buenas condiciones, ya que el propietario anterior realizó varias mejoras en el pasado. Pero todavía le falta mucho trabajo para conseguir convertirlo en el hotel con encanto con el que sueñan Milla y Sean.

Hace unas semanas comenzaron las labores de desbroce. Después vendrá la rehabilitación del inmueble principal. Tendrá varias habitaciones y también un restaurante con una impresionante terraza hacia el río y las montañas. Pero su proyecto va mucho más allá. «Queremos que la gente venga aquí a celebrar la vida, a disfrutar de la paz y estar en medio de la naturaleza», señala Milla. Un lugar en el que poder retirarse y sanar, añade. «La gente podrá venir a dormir en un lugar cómodo, con muchas cosas que hacer por los alrededores —incluso bañarse en el río— y con una gastronomía increíble».

Calculan que tienen por delante un año y medio de trabajo, así que confían en poder abrir las puertas a principios del 2027. Después su idea es que el proyecto siga creciendo. En la vieja capilla, una singular edificación construida sobre una plataforma volada hacia el cauce que sorprende por su bóveda única en cemento armado, quiere hacer un espacio para celebraciones. Milla no se cierra a nada, desde cumpleaños a bodas, aunque también le gustaría recibir a artistas durante una estancia creativa o a viajeros que simplemente buscan desconectar en un lugar sin cobertura de móvil. Planea crear un huerto en el que poder cultivar alimentos y darle la opción a los huéspedes de largas estancias.

Milla presume de haber creado una comunidad en Manzaneda y Viana do Bolo con gente que les arropa y les echa una mano. Su español todavía no es demasiado fluido, aunque la pareja lo entiende cada vez mejor y tratan de hablarlo. Ahora quieren implicar a los vecinos de la zona en su proyecto, trabajar con proveedores locales. Es su plan de presente y futuro. Milla viajará de nuevo a Los Ángeles en breve, porque allí tiene su negocio. Es fisioterapeuta y profesora de biomecánica. Sean, por su parte, continuará al menos hasta finales de año en Manzaneda para seguir avanzando en el proyecto, que conservará su nombre original: Aldea O Vao. «Queremos acabar fijando nuestra residencia aquí», dice Milla. Sean, con su perenne sonrisa en la boca, se toma un descanso con la desbrozadora y asiente.