
La comisión de Parada do Monte, en Lobeira, prepara los festejos de este fin de semana
29 ago 2025 . Actualizado a las 11:45 h.La parroquia de Parada do Monte, en el concello de Lobeira, celebra este fin de semana sus fiestas patronales en honor a Santa Eufemia. Es una cita que pone el broche final al calendario festivo de A Baixa Limia y que mantiene una tradición que se remonta décadas atrás. También es la forma de despedir a los vecinos que emigraron hace años, sobre todo a Francia, pero que siguen acudieron año tras año a su pueblo.
La comisión de fiestas de este 2025 está formada por siete vecinos —Noelia, Elvira, Roberto, Sergio, Adrián, Sindo y Eloy—, que recogieron el testigo de las comisiones rotativas que antaño organizaban padres y abuelos. Llevan al frente desde el 2012. «Decidimos coger el testigo y hacer una fiesta que sea sonada en la zona», explica Eloy Silva, quien subraya el esfuerzo colectivo, ya que cada casa del pueblo realiza una aportación, a la que se suman donativos, publicidad en carteles, rifas, camisetas y la venta de entradas para la cena popular. Incluso un ganadero del pueblo dona una ternera para la cena popular.
En una aldea con apenas 40 casas, la implicación de los vecinos resulta clave. «Buscamos que todos estén contentos y que se mantenga el sentimiento de la fiesta del pueblo», apunta. Para ello, el programa combina propuestas para todas las edades: discoteca móvil cada día, cena con música de baile para los mayores y orquestas de primer nivel. Este año actuará Cinema, el plato fuerte, considerada una de las formaciones punteras de Galicia.
La tradición de las fiestas de Parada do Monte se remonta a los años 70 y 80, cuando llegaron a la localidad artistas como Karina o Sergio y Estíbaliz. Desde entonces, la cita se ha consolidado como un referente comarcal. «Antes había más pique entre pueblos por ver quién hacía la mejor fiesta, ahora se vive más como un disfrute compartido, es el momento de vernos todos», recuerda Eloy que señala que todos van a las fiestas de todos.
La comisión también trabaja en implicar a las generaciones más jóvenes, para que la tradición tenga continuidad. «Estamos intentando meterles el gusanillo, porque es una forma de involucrarlos con lo que pasa en el pueblo y de hacer que continúe esta celebración y quieran seguir aquí», señala.
Aunque organizar las fiestas exige meses de preparación y supone un esfuerzo económico importante —«los costes de una orquesta pueden cuadruplicarse»—, los vecinos coinciden en que todo compensa cuando llega el fin de semana grande y ven que los vecinos se lo pasan bien. «Es un trabajo duro, pero cuando ves a la gente disfrutar, se justifica todo», concluye Eloy.