Ramón Veloso, párroco en Feás: «El cura tiene que estar con los vecinos, dentro y fuera de la iglesia»

CENLLE

El sacerdote orensano que disfruta jugando a las cartas con sus feligreses y hasta trabajó en un banco
17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En abril de 1943, en la aldea ourensana de Cenlle, nació Ramón Veloso. Hijo de agricultores y con una hermana mayor, sus padres decidieron darle la oportunidad de estudiar más allá de las primeras letras. «Solo había dos opciones. A los salesianos no podía ir porque mis padres era gente humilde y no podían permitírselo, así que quedaba el seminario. Entonces era el colegio de los pobres. En mi época llegamos a coincidir allí 21 del mismo concello y ocho nos hicimos curas», recuerda este sacerdote ourensano que va a por las seis décadas en ejercicio. Se ordenó con 24 años y, con la naturalidad que le caracteriza, reconoce que lo suyo no fue una vocación temprana. «Tendría 19 o 20 años cuando sentí la mano del Señor», dice.
Su primer destino fue la parroquia de Santa María de Pixeiros, en Os Blancos. «A los novatos nos mandaban a lo peor, bueno a lo que se consideraba así porque eran zonas más aisladas en las que nadie quería estar mucho tiempo. Algo debió de pasar con el párroco que había. Yo estuve allí más que la media, nueve meses. Y la verdad es que me encontré muy bien. Era una parroquia de montaña, gente sencilla, buena. Incluso hoy, que ya no estoy muy bien, hay gente que me viene a visitar a O Carballiño», relata.
Ya entonces empezó a dar muestras de que no iba a ser un cura al uso: «Iba mucho al bar y jugaba allí a las cartas con ellos. Antes era el entretenimiento que había en los pueblos. Durante el invierno se jugaba en las casas, tanto hombres como mujeres. A mi no se me daba mal«, cuenta. Recuerda que en los sesenta, los bares eran el centro de toda la vida social de los pueblos: « Los hombres llegaban del campo, se aseaban y cogían un buen pedazo de pan con tocino y se juntaban allí, a charlar o a jugar, y yo siempre estuve convencido de que el cura tiene que estar con los vecinos, dentro y fuera de la iglesia porque eso une de otra manera. Eres uno más del pueblo y se establece una confianza distinta», razona.
No siempre su forma de ser y de entender el ejercicio de su vocación fue compartida por sus superiores y tuvo varios enfrentamientos con el obispo de entonces, Ángel Temiño, como cuando le reprendió por no dormir en la parroquia. «En aquel momento llevaba siete en tres ayuntamientos. No tenía casa y vivía en una habitación prestada. Era una situación bastante agobiante y los fines de semana me escapaba a casa de mis padres a Cenlle. Él se enteró y me castigó. Me quitó parte del sueldo y aunque le dije que la situación me superaba, no lo entendió. Estuve así seis años. Un día llegué a pedir irme como capellán castrense, sin vocación para ello, solo para salir de allí», admite.
Fue cuando el titular de la diócesis decidió enviarlo a Feás. «No me mandó a la que yo pedía pero hoy en día estoy encantado de esa decisión», dice. No es de extrañar. Lleva en esa parroquia desde 1975 y acaba de recibir este verano un homenaje sorpresa preparado por sus feligreses. «Me tuvieron engañado. Me dijeron que estaban preparando una comida de confraternidad, para que el pueblo se sintiera más unido y que yo tenía que ir y, claro, les dije que iría, que me parecía una buena idea», cuenta.
Durante este medio siglo Ramón Veloso ha sido más que el párroco. «Yo participé en todo lo que pude: era un vecino más», dice. No solo se le veía en cafeterías, partidas de cartas o comiendo con los emigrantes que volvían desde México —«En verano llegaba a tener tres o cuatro invitaciones para comer en un mismo día», cuenta—, también atendió la sucursal de un banco.
«Me lo propusieron, imagino, porque buscaban a alguien conocido y en quien la gente confiara», reflexiona. Cuando contó la propuesta a su familia, la idea no gustó. «Mis padres vivían todavía. Mi madre me dijo que no quería que trabajase en un banco, que no lo hiciera, que no tenía necesidad, y en eso tenía razón», recuerda.
Pero aún peor lo encajó el obispo. No lo aprobaba y le negó el salario como sacerdote, pero él decidió aceptar. «Hablé con un compañero que era entonces enfermero, además de cura. Era el único que tenía un trabajo además de ser sacerdote. Se llamaba Javier y ya murió, por desgracia. Él me animó». Aunque se prejubiló temprano, mantuvo ese trabajo durante 28 años.
El DNI. Su rincón.
quién es
El DNI. Ramón Veloso Bello nació en Cenlle en 1943. Tenía 24 años cuando se ordenó sacerdote y se hizo cargo de sus primeras parroquias en el municipio de Os Blancos. Pasó por otras siete de Laza, Vilar de Barrio, Sarreaus antes de recalar en la de Feás donde ha pasado el último medio siglo.
Su rincón. Tiene su corazón dividido entre Feás y O Carballiño. En este último municipio estableció su hogar, más por razones prácticas que por una preferencia real.
«Tener una placa en la iglesia me parece excesivo»
Aunque lleva media vida ligado a Feás, Ramón Veloso vive en O Carballiño. «La casa parroquial era grande, fría y muy incómoda. Decidí establecerme en O Carballiño y aquí tengo mi casa, a mitad de camino entre mi parroquia y la que me vio nacer en Cenlle. La villa me gusta no solo por los servicios. Es agradable para vivir. Y en realidad antes yo aquí solo venía a dormir. Me levantaba y a las ocho ya estaba en Feás y no volvía hasta la noche», explica. No solo atendía las necesidades espirituales de sus feligreses, trabajaba en el banco y compartía cafés y partidas de cartas con sus feligreses, también estuvo detrás de muchas obras que se hicieron en el pueblo. Los vecinos colocaron en la iglesia un cuadro agradeciendo esa entrega, algo con lo que él no está muy de acuerdo. «Tener una placa en la iglesia me parece excesivo. No creo que yo lo merezca. Hice lo que creo que hay que hacer: estar en lo cotidiano, en el día a día. El cura tiene que ser un vecino más. Yo si seguí ejerciendo hasta tan mayor es por ellos», zanja.