
Víctor Mingo abrió el curso de la Primera Federación con tres goles en otros tantos partidos y se los dedicó a su hermano pequeño a flechazos
16 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El CD Arenteiro se ha amoldado en los últimos años a esa denominación de equipo trampolín y lo cierto es que los goles suelen ser el mejor disparadero. Futbolistas que motivaron mucha alegría con sus anotaciones en Espiñedo están ahora a otro nivel. Es el caso de Luis Chacón o Pibe (Cultural Leonesa) y Enol Rodríguez (Huesca) en Segunda División, mientras permanecen en Primera Federación Baselga (Nástic), Pascu (Racing de Ferrol) o Manín (Algeciras) y hasta el cuarentón Miku fue capitán del Metropolitanos el pasado viernes, en la élite venezolana. Mientras tanto, en O Carballiño, ya se prepara otro cañonero, Víctor García Mingo (Madrid, 2003). De momento, enchufó tres de tres, valor seguro.
«Entre risas, suelo admitir que no soy un jugador talentoso, así que lo poco que sé tengo que exprimirlo a tope en el campo y, como juego en esa última línea, mi trabajo es el de marcar goles», explica sin vanagloriarse mucho de la forma en que bajó en carrera y con el pecho un envío espectacular de Rubén Richarte para cruzar el esférico de violento zapatazo al palo largo del meta cacereño y abrir el marcador.
Movistar lo incluyó en su top tres de mejores goles de la jornada, pero el ariete tiene muy interiorizada su misión: «No creo mucho en halagos, ni tengo ambición de marcar el gol de la semana, celebro igual uno en el que solo tenga que empujar o darle con la uña si sirve para ganar. Ahora estoy en un momento bueno y hay que aprovecharlo o prolongarlo todo lo que se pueda, porque igual que esos vienen los de las rachas malas».
A sus 22 años, el fútbol tiene pocos secretos para este joven que firmó su primera licencia federativa en el Sporting Hortaleza, en el barrio que respira fútbol gracias a Luis Aragonés: «Cuando yo era niño, nos visitó varias veces para animarnos a seguir jugando». En juveniles lo reclutó el Getafe, pero no le tramitaron la ficha sénior, aunque ya había debutado en el equipo B. Pasó al Illescas y se fue a las 17 dianas en Tercera Federación, ascenso incluido, para anotar también en dobles dígitos en la categoría superior. Por eso el pasado verano su nombre apareció en las agendas carballiñesas, pero una oferta del Espanyol lo sedujo más. Jugó en el filial de Segunda Federación: «No contaron conmigo para probar en el primer equipo, así que me decidí por venirme a Galicia. Joan Farias y Jesús Arribas me conocen desde hace años».
El entrenador de los verdes le está dando confianza desde su llegada y él está respondiendo con goles, cómodo además con un grupo de futbolistas con los que se ha mezclado bien: «Hay de todo, jugadores que saben lo que es estar en categorías superiores como Ferreiro o Dani Romera, otros con muchas tablas en esta como Jordan o Diego García y jóvenes con mucho futuro. Richarte viene de brillar en la cantera del Betis, una buena plaza del fútbol nacional, y Bastida también destacó en la base del Cádiz. En general hay muy buen vestuario y espero ayudarlos a todos con mi trabajo».
La mira la tiene perfecta en este tramo inicial de la temporada y también el arco imaginario con el que ha celebrado sus anotaciones: «Fue cosa de mi hermano pequeño, de diez años, me dijo que no era goleador ni nada si no tenía una celebración propia y decidimos que el arquero sería la marca de la familia. A él se los dedico así desde entonces. Se maneja bien con el teléfono y encuentra todo lo que aparece sobre mis partidos». Ahí va otra.