Coincido con Álvaro Cunqueiro cuando aseguraba que los años que nacen, los años nuevos, llegan siempre por la mar. El año que concluye se diluye entre jirones de viento y termina sepultado al otro lado del horizonte.
La mar es guardiana de multitud de secretos, tiene la llave de todos los naufragios, es el panteón múltiple de miles de ahogados que no regresaron de las profundidades marinas, que viven su muerte en el territorio del rey Neptuno. Esconde leyendas que se cuentan en voz baja en las tabernas de los puertos, que refieren historias de monstruos marinos, de pulpos gigantes, la epopeya del kraken, la ruta seguida por el judío errante y su condena a no encontrar ningún puerto donde rendir viaje, de barcos desaparecidos por los caminos de los océanos, historias fantasmales de los navíos María Celeste, Caleuche, Silverhom y cientos mas que continúan navegando por la carta náutica de fantasmales coordenadas imposibles.
Es la misma mar que acoge a las sirenas que siguen cantando las arias que enloquecieron a Ulises en su viaje perpetuo a Ítaca. La mar, ese insondable misterio azul que continúa hipnotizándonos cuando contemplamos su manto de estaño quieto que nos regala su melodía de olas.
Llegará de nuevo por la mar el primer año del segundo cuarto del siglo. No sé si será un año de bienes, que traiga las nieves salvíficas del viejo refrán, pero no hace falta ser vidente o manejar antiguas profecías para anunciar que la maldad seguirá imponiéndose en forma de crímenes y de guerras allí donde el hombre mantenga sus ambiciones desmedidas y haga suya la estirpe de Caín.
En paralelo a la miseria global, a la consolidación en occidente de una sociedad dual en la que los pobres serán más pobres y los ricos más ricos, prevalecerá la mentira como argumento incontestable y la ilustración liberadora será desprestigiada. El cambio climático extenderá el desierto paso a paso hasta el corazón de Europa, y las religiones tradicionales estarán más cuestionadas que nunca, pues, muerto Dios, el hombre volverá a sentirse solo.
Será el primer año de este párvulo análisis pesimista, pero llegará una brisa luminosa que tiña la tierra de esperanza, en la que los hombres dejen de ser lobos para el hombre y desmientan a Hobbes; en la que la ciencia comience a combatir con éxito las enfermedades y se inicie una pandemia de salud. Será un año de inventos transformadores en el universo de la cultura y al servicio del ser humano. Todo ello lo traerá el nuevo año que vendrá por la mar.