Extremadura cambia el paso

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

OPINIÓN

A la derecha, el candidato de Vox, Óscar Fernández Calle, a su llegada hoy domingo al Parador de Mérida desde donde sigue los resultados electorales de los comicios en Extremadura
A la derecha, el candidato de Vox, Óscar Fernández Calle, a su llegada hoy domingo al Parador de Mérida desde donde sigue los resultados electorales de los comicios en Extremadura Vicente M Roso | EFE

21 dic 2025 . Actualizado a las 22:05 h.

La incertidumbre duró hasta que empezó el escrutinio. El PSOE solo fue por delante en los primeros mil sufragios abiertos y luego recogió todo lo que había sembrado en la campaña: una deserción masiva de votantes en lo que fue uno de los graneros más importantes del socialismo español.

Concurrir con un candidato imputado por enchufar al hermano del presidente del partido y del Gobierno parecía una mala idea. A ese candidato no lo querían ni los suyos, sobre todo en Cáceres, después del bochornoso episodio del intento de aforamiento exprés obligando a dimitir a cinco compañeros para entrar como diputado. Y perdió hasta en su propio feudo de Villanueva de la Serena.

El resultado es concluyente. La derecha roza el 60 % del apoyo popular y María Guardiola, la candidata del PP, logró su primer objetivo, que era sumar más votos y escaños que el PSOE y Podemos para reducir su dependencia de Vox. Esa segunda parte de la ecuación quedará en el aire. Los de Abascal no consiguieron subir tanto como auguraban las encuestas, pero tendrán la llave de la estabilidad en Extremadura y podrían mantener la pinza con el PSOE para bloquear las iniciativas del PP.

La izquierda sale muy tocada de este primer asalto del nuevo ciclo electoral. Unidas por Extremadura, el artefacto político con el que Podemos e Izquierda Unida dejaron fuera de la campaña a Sumar y a Yolanda Díaz, casi duplicó sus apoyos, pero no logró recoger el descontento con el PSOE y también tendrá que reflexionar sobre la reorganización del espacio. Apenas recogió un tercio de los apoyos perdidos por el PSOE, aunque mejora su posición.

Si María Guardiola es la vencedora de los comicios, la derrota tiene dos caras evidentes. La primera es la de Miguel Ángel Gallardo, cuyo futuro político es insostenible, más allá de que pueda aferrarse al escaño para seguir aforado. Pero igual de responsable es Pedro Sánchez, que se tomó estas elecciones como un termómetro de apoyo personal y se implicó al máximo en la campaña e insistió en presentarse como mártir de una conspiración judicial y mediática.

De poco servirá el cambio cosmético del Consejo de Ministros previsto para este lunes con la elección de una nueva portavoz del Gobierno para relevar a Pilar Alegría. La debacle del PSOE en Extremadura, que previsiblemente se repetirá en Aragón dentro de un mes y medio, agitará los miedos de los alcaldes socialistas que temen el afán de Sánchez por estirar la legislatura hasta el verano del 2027 y que temen seguir recibiendo un castigo que entienden que va más hacia el presidente del Gobierno que hacia su propia gestión.

El escenario no es nuevo. Pasó en el 2011 con Zapatero y en el 2015 con Rajoy, pero Sánchez prefiere aferrarse a sus mantras: la economía va bien y no conoce de nada a los presuntos corruptos y a los supuestos acosadores. Mientras, la gestión es inexistente y depende de las ocurrencias de un Carles Puigdemont que también lo tiene todo perdido. Extremadura marca el giro a la derecha. A ver si el PSOE es capaz de reaccionar.