«El Gobierno tardó menos en enviar la UME a controlar la peste porcina que en auxiliar a las víctimas de la dana»
OPINIÓN
Sanidad, la tortuga de nuestra sociedad
Pedir cita en el médico nunca ha sido una experiencia agradable, pero en los últimos años se ha convertido en una auténtica odisea. Muchas personas, entre las que me incluyo, necesitamos acudir a nuestro médico de cabecera por motivos importantes, no por capricho. Sin embargo, no parece razonable tener que esperar más de 25 días, como me ocurrió en mi último caso, para poder ser atendido.
La situación se agrava cuando existe la necesidad de ser derivado a un especialista o realizar una prueba médica. Los plazos se alargan tanto que uno tiene la sensación de quedar en un limbo sanitario. Nuestra sanidad siempre ha sido un referente, pero hoy no es ni la sombra de lo que fue. Las listas de espera son interminables y la falta de personal, notable. Todo esto está deteriorando gravemente la calidad del servicio.
Los ciudadanos merecemos una atención sanitaria que funcione correctamente. Es urgente revertir esta situación para recuperar un servicio público que siempre ha sido motivo de orgullo. Miguel Ángel Mercè Castro. Vigo.
Animaliños!
Si no fuera tan serio y preocupante, daría risa, con perdón. Dicen, y todo presuntamente, que el Gobierno tardó menos tiempo en enviar a la UME (Unidad Militar de Emergencias) a controlar la peste porcina en los jabalíes catalanes que en auxiliar a las víctimas de la dana de Valencia. Al parecer, este es un trabajo que le pertenecería realizar al Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza). Pero la salida del Seprona de Cataluña fue una de las condiciones para investir a Illa como presidente, por lo que no es posible que acuda en esta labor. M. J. Vilasuso. As Pontes.
Antes de que el gallo cante
«Pedro, antes de que el gallo cante me negarás tres veces». Eso debió pensar José Luis Ábalos en su celda de Soto del Real al escuchar que el presidente le describía como un «gran desconocido» desde el punto de vista personal. No es que resulte difícil creer que, con la cercanía entre ambos, ignorase al menos parte de las conocidas debilidades personales del exministro; es que, simplemente, todos comprendemos que no es así.
Pero da igual. Ábalos ha caído en el exilio del partido. Bien podría explicárselo un tal Luis Bárcenas, aquel de quien todo era «falso, salvo algunas cosas», según M. Rajoy, y que, conforme se destapó la caja B, pasó a ser para sus compañeros de partido —y de sobres— una manzana podrida. Idéntico término usó George W. Bush para referirse a los militares que aplicaron torturas autorizadas por su Gobierno. Por supuesto, los militares fueron los únicos juzgados; sus superiores se libraron gracias a su supuesto desconocimiento.
En la política actual, la memoria tiende a diluirse cuando los amigos caen. Ese es el valor de la amistad en política —inexistente— , de la lealtad —tanto tienes, tanto vales— y del alzhéimer político: «Yo no conocía tanto a ese señor del que usted me habla». Jacobo Vieites Sánchez. Arzúa.