
En muchos centros educativos, los estudiantes no solo aprenden los contenidos que se les imparten en clase. Muchas veces también aprenden lo que significa sentirse inferiores, desmotivados, infravalorados o incluso humillados por quienes se supone que deberían ser sus referentes. Es preocupante comprobar cómo algunos estudiantes con más dificultades de aprendizaje no reciben comprensión ni apoyo, sino etiquetas y juicios. Los profesores hablan entre ellos sobre cómo es cada alumno, y eso hace que se formen prejuicios que condicionan la manera en la que serán tratados. En lugar de ofrecer una nueva oportunidad o mirar con ojos propios, repiten juicios ajenos, creando etiquetas que acompañan al alumno durante todo su recorrido académico. Esto no solo afecta a su rendimiento, sino también a su relación con el aprendizaje. La escuela, que debería ser un lugar donde cada persona pueda desarrollarse a su ritmo, se ha convertido en un lugar que perpetúa desigualdades. No se trata de exigir perfección al profesorado, sino de entender que educar también significa mostrar empatía, acompañamiento y respeto. Laura Galán Villarín. Barcelona.
Lo intangible del Premio Nobel de la Paz
Al final, la coherencia se ha impuesto y la concesión del Premio Nobel de la Paz ha confirmado que los valores todavía permanecen en este mundo y que algo intangible, con más valor que el dinero y el poder, continúa rigiendo el destino de una humanidad que, aunque a veces semeja rendida a la superficialidad del lujo y la ostentación, cimienta su continuidad sobre el honor. El mundo ha mirado más allá y ha visto que tras logros importantes que muestran nobles intenciones se pueden esconder indignas pretensiones. El mundo agradece hoy al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el haber aportado los materiales fundamentales para los cimientos de la paz en un territorio destruido por la guerra, pero también le ha explicado que esos materiales no eran los que se usan para los cimientos que aguantan un Premio Nobel de la Paz. El mundo ha demostrado que detrás de ese premio hay algo más, intangible... Mucho más fuerte que el dinero y el poder. ¡Enhorabuena, María Corina Machado! Luis Cabaneiro Santomé. Lugo.
Cuando la grada aplaude el «show» y sanciona la ética
En las últimas horas, el futbolista Marcos Llorente suma aplausos y risas por decir disparates. Sin embargo, el también futbolista Borja Iglesias, por defender derechos y dar voz en causas humanitarias, es duramente criticado y tachado de «provocador» por mezclar política y fútbol. El deporte no vive al margen de la sociedad; al contrario, es un gran reflejo de ella. Si premiamos lo absurdo y castigamos lo incómodo, el mensaje que enviamos es claro: triunfa el ruido y se silencia lo que de verdad importa, que son las protestas, los derechos y las vidas que están en juego. Tal vez convenga mirarnos en este espejo futbolístico. Pongamos el foco en lo esencial, en quienes visibilizan causas y derechos, y dejemos de dar portada a la insensatez. Ese es el estándar que nos debemos exigir como sociedad. Xiana Souto Picos. Santiago.