
Al leer el anuncio del conselleiro de Sanidade de poner «todos los recursos del Sergas al servicio de la docencia de Medicina de la USC», no pudimos evitar acordarnos de sir William Osler, el médico que revolucionó la enseñanza médica llevándola de los libros a la cabecera del paciente. Osler soñaba con hospitales vivos, con profesionales inspirados, con estudiantes formados en la práctica y la empatía. Estamos convencidos de que su modelo apostaría por una docencia médica abierta, plural y cooperativa, alejada de cualquier forma de centralismo o exclusividad institucional.
Con la reciente aprobación del Concerto entre a USC e o Sergas na utilización das institucións sanitarias na investigación e docencia universitaria, nos ha venido una duda: ¿estamos construyendo el futuro de la Medicina en Galicia… o blindando el pasado?
El acuerdo, más allá de su cuidada retórica, supone en la práctica la cesión operativa de todo el ecosistema sanitario público gallego a una sola universidad. Lo que se presenta como un movimiento técnico-administrativo, limita seriamente cualquier alternativa de cooperación interuniversitaria, bloquea de facto la creación de nuevas facultades públicas de Medicina y otorga a la USC un control hegemónico sobre la carrera académica de los profesionales del Sergas en toda Galicia.
¿No es irónico que se cree una comisión para estudiar la colaboración entre universidades gallegas y al mismo tiempo se apruebe un concierto que liquida de raíz esa posibilidad?
Quienes trabajamos en el Chuac —formando especialistas mir altamente cualificados, con una excelente valoración por parte del estudiantado de Medicina que realiza sus prácticas clínicas, tratando a pacientes de alta complejidad, realizando trasplantes y gestionando unidades, servicios y centros de referencia reconocidos por el propio Ministerio de Sanidad—, asistimos con desconcierto a una decisión que, lejos de reconocer estos méritos, nos relega a una segunda división, sanitaria y académica. No se trata de orgullo localista, sino de una cuestión de equilibrio territorial, desarrollo profesional y sostenibilidad del sistema sanitario gallego.
En cinco años, si no se corrige el rumbo, los institutos de investigación sanitaria de Vigo o de A Coruña podrían quedar sin posibilidad de acreditarse, la carrera académica se verá centralizada en las decisiones de la USC y nuestros hospitales perderán atractivo para jóvenes profesionales. El relevo generacional no se improvisa. Convertirán nuestros hospitales en satélites de la USC.
Dice el refrán que rectificar es de sabios. Nosotros preferimos la versión «falando enténdese a xente». Tomémonos un respiro, cojamos aliento y utilicemos el músculo exhibido en estas últimas semanas para hacer propuestas alternativas viables, razonables y, sobre todo, cooperativas. Por si son de utilidad, planteamos varias. Un convenio marco tripartito entre la Xunta, el Sergas y las tres universidades públicas. Un grado de Medicina interuniversitario, con un plan de estudios único. Una red gallega de hospitales universitarios acreditados y que cada universidad asuma la coordinación en su área sanitaria. Y, por supuesto, la posibilidad de implantar nuevas titulaciones de Medicina en Vigo y A Coruña, que la ciudadanía lleva años reclamando.
La figura de sir William Osler —considerado el padre de la medicina moderna— debería inspirar cualquier decisión relacionada con la formación de los futuros médicos. Sin duda, habría planteado una red de hospitales docentes colaborativos, que funcionasen como vasos comunicantes al servicio del estudiantado, del sistema sanitario y de los pacientes. Porque para él, como para muchos de nosotros, la medicina no es un feudo, sino una vocación que se cultiva mejor cuando se comparte.
Cabe destacar que los modelos de cooperación interuniversitaria y descentralización docente generan excelentes resultados en diversas comunidades, y Galicia es un ejemplo de ello. Las tres universidades gallegas llevan años trabajando de forma conjunta en numerosos grados y másteres interuniversitarios, con un elevado nivel de coordinación y reconocimiento académico. Esta experiencia compartida demuestra que la colaboración entre instituciones fortalece el sistema universitario, optimiza recursos y amplía las oportunidades formativas al servicio del bien común.
Mientras tanto, cientos de jóvenes con vocación médica se ven obligados a emigrar a universidades de otros países europeos ante la falta de plazas disponibles en su propia tierra. ¿No merece Galicia un modelo más equilibrado, moderno y coherente con sus necesidades reales? La Medicina gallega no cabe en una sola visión. Galicia merece un modelo abierto, plural y cooperativo, como el propio Sergas. Apostar por ello no es dividir, sino sumar.
Mar Castellanos Rodrigo es jefa del Servicio de Neurología, directora científica del Inibic.
Marisa Crespo Leiro, jefa de sección de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca Avanzada y Trasplante del Servicio de Cardiología.
M.ª del Rosario García Campelo, jefa del Servicio de Oncología.
José Manuel Vázquez Rodríguez, jefe del Servicio de Cardiología.
Germán Bou Arévalo, jefe del Servicio de Microbiología
Jesús de Pozo Losada, jefe del Servicio de Dermatología
Miguel Pérez Fontán, jefe del Servicio de Nefrología.
Francisco Blanco García, jefe de la sección de Reumatología Clínica y Traslacional. Exdirector del Inibic.
José Manuel Fandiño Orgeira, jefe del Servicio de Urgencias
Javier de Toro Santos, jefe del Servicio de Reumatología.
En nombre de médicos del Chuac.