¿Un cupo socialdemócrata?

Fernando Hidalgo Urizar
fernando Hidalgo EL DERBI

OPINIÓN

Alberto Ortega | EUROPAPRESS

16 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

De todos los líos en los que se encuentra metido Pedro Sánchez, hay uno que debería preocuparnos especialmente. Se trata de la financiación autonómica, esa que pretende singularizar a Cataluña sin que se note demasiado. El enredo es mayúsculo. Hasta tal punto que no está consiguiendo satisfacer a nadie: a la oposición, por supuesto; a ERC, que pide más concreción; a Junts, que afila los cuchillos para ver si puede cortarse una buena ración de jamón a la salud de todos los españoles; y a la casi totalidad de las comunidades autónomas, que se suben por las paredes, incluidas algunas del PSOE.

Y es que Sánchez busca la cuadratura del círculo, con una financiación singular que a la vez será generalizable. Hace encuentros bilaterales para acordar con los catalanes lo que dice que luego va a dar al resto de españoles. El insulto a la inteligencia es de proporciones bíblicas.

Que nadie se lleve a engaño, el presidente del Gobierno está ejerciendo de funambulista para sacar adelante el acuerdo con los catalanes mientras busca un trágala amable de los perjudicados, que somos casi todos los españoles. Haga las piruetas que haga, estamos ante un acuerdo por el que los catalanes van a llenar su caja al tiempo que la de los demás se vacía en la misma medida. No hay milagro de los panes y los peces que valga. Si Cataluña se lleva tanto como lo que recauda (eso como mínimo) estaremos ante el fin de la solidaridad entre territorios. Y esto no deja de ser una puñalada trapera a la socialdemocracia. Puñalada ejecutada por el propio Partido Socialista Obrero Español. Es tremendo que un partido de izquierdas sea capaz de intercambiar su permanencia en el poder por una medida insolidaria entre comunidades ricas y comunidades pobres. Es como para que se convoque de urgencia un congreso extraordinario y que la formación del puño y la rosa cambie de siglas por la vía de apremio. ¿Pero realmente merece la pena gobernar si al final actúas en contra de los valores que defiende tu ideología? ¿Dónde está la satisfacción de servir a unos ideales en los que crees fervientemente?

Supongo que tanto andar por las alturas sobre un finísimo y quebradizo alambre te lleva a perder no solo el norte, sino el propio sentido de la realidad. Realmente, ¿adónde nos quiere llevar Sánchez? ¿De verdad tiene una estrategia trazada para conseguir una España más desarrollada y, en definitiva, mejor que la que se encontró él cuando llegó al poder?

Quizá a estas alturas, con los ataques despiadados a su mujer y a su hermano, con los casos de corrupción que le rodean (Cerdán, Ábalos y Koldo) y con el sindiós que es esta legislatura, Pedro Sánchez no sepa hacer otra cosa que resistir en la trinchera de la Moncloa. Y eso no es precisamente liderar un país. Al presidente de España se le supone que tiene un plan para sus ciudadanos. Pero aquí parece que las cosas fluyen del revés y que son unos pocos ciudadanos los que tienen un plan para el presidente de España.