La paz

Xosé Ameixeiras
Xosé Ameixeiras ARA SOLIS

OPINIÓN

CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

24 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El fuego purificador del San Xoán se apagó antes de tiempo. Lo arruinó la tormenta de la guerra. El agua perfumada con las hierbas de los siete poderes se ha derramado antes de la madrugada. La fuerza del solsticio del nuevo verano quedó neutralizada por los lejanos estallidos de las bombas. El eco de una guerra que produce insomnio a toda la humanidad. El Sol sangraba cuando se sumergía este domingo en el Atlántico mientras los furtivos B2 Spirit volaban hacia la fragua del infierno nuclear de los ayatolás. El laboratorio de la muerte. Las cubetas del diablo fermentando su ponzoña. Los servidores de un dios implacable que tienen a su pueblo sometido a las cadenas de sus dictados fanáticos. Las estrellas hablan el lenguaje de la paz, pero ni Trump, ni Netanyahu, ni los teócratas de Irán miran al cielo, a no ser para ver cómo planean los misiles en una única dirección, la de la destrucción. Están ciegos de poder. En su mundo, los inocentes no cuentan, ni su sangre derramada. No miran reglas ni normas y las constituciones se vuelven papel mojado. «El ojo por ojo y el mundo acabará ciego», advirtió Gandhi. Cuando Ulises regrese ya no encontrará su Ítaca, porque la habrán destruido. Trump ordena una guerra sin consultar al Congreso, al que tacha de «fuerza negativa». El mundo se queda a los pies de los caballos de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Le roban el significado a las palabras. Las bombas GBU57 lo pueden todo, hasta entrar en las entrañas de la Tierra. No saben que es imposible mantener una cabeza debajo del pie todo el tiempo. La pierna también se acaba cansando. Y no hay paz si no hay justicia ni libertad.