
Cuentan las malas lenguas que a la novia de Alberto González Amador las ideas se las pasan por pinganillo. O sea, que cuando Isabel Díaz, alias Ayuso, suelta una, digamos, genialidad, es porque alguien de su equipo le ha dado palante vía prótesis orejil. Como si ella no tuviese suficientes recursos mentales como para decir «Sánchez es sinónimo de autócrata» que, a ver, no es precisamente la teoría de la relatividad de Einstein. ¿Llevaba Ayuso pinganillo el día en el que se declaró fan de la papaya ante el mismo Pedro? Puede que nunca se sepa, pero de su tan poco edificante «me gusta la fruta» hasta se hicieron camisetas. ¿Lleva pinganillo aquí, durante su plácida visita a una empresa farmacéutica, recién anunciado que no lo usará en la Conferencia de Presidentes porque a ella o se le habla en «español» o no se le habla? Entre el pelo que le brota de la cabeza y la cofia sanitaria eso no lo sabe ni Feijoo, quien, por cierto, es gallego; y líder nacional del PP, cuentan las malas lenguas.