Una lección para trabajar en el sistema eléctrico del futuro
OPINIÓN

El pasado 28 de abril, nuestro país vivió un episodio poco común: un apagón que afectó a todo el sistema ibérico, sumiéndolo durante horas en la oscuridad. Afortunadamente, se trata de un suceso puntual. Tanto, que en los 40 años de historia de Red Eléctrica no había sucedido nunca. Aunque no nos lo parezca, se recuperó la normalidad en tiempo récord para la gravedad que tuvo el incidente. Lo sucedido, aunque excepcional, ha puesto de nuevo el foco sobre la transición energética y sobre el papel de las energías renovables en el sistema eléctrico.
Conviene subrayar que el sistema eléctrico español es altamente fiable, y esto no depende de la cantidad de renovable en el sistema, como falsamente se ha querido insinuar. Prueba de ello es que han sido muchas las ocasiones en que hemos superado la generación renovable del 79 % que teníamos en el momento del incidente sin que se produjera ningún tipo de problema. Y en los días posteriores, con una operación más conservadora por parte de Red Eléctrica, hemos vuelto a superar el 70 % de generación renovable con total normalidad.
Las energías renovables no solo son el presente, son también el futuro de nuestro sistema eléctrico. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima establece un objetivo del 81 % de generación renovable de media en el 2030. Esto significa que muchas horas del año superaremos ampliamente el 100 % de electricidad renovable (exportando o almacenando el exceso). Para ello necesitaremos invertir en redes, por supuesto, pero también en almacenamiento, trabajar en electrificación e impulsar la flexibilidad de la demanda. También debemos acercarnos a las metas de una forma equilibrada.
En este contexto es fundamental reconocer el papel de las renovables gestionables. Tecnologías como la hidráulica, la biomasa eléctrica o la solar termoeléctrica no solo generan electricidad limpia, sino que lo hacen de forma predecible, estable y a demanda. De hecho, durante el incidente del 28 de abril, fue precisamente la hidráulica la que permitió restaurar el sistema, demostrando su valor como herramienta de respaldo, regulación y, en este caso, arranque.
Para garantizar un sistema robusto y resiliente también será imprescindible, como hemos mencionado, el desarrollo del almacenamiento, el impulso a la electrificación y una mayor participación de la demanda. Necesitamos sistemas que permitan almacenar la energía cuando hay excedente y liberarla cuando más se necesita. Y consumidores que, gracias a la digitalización, puedan adaptar su consumo a las necesidades del sistema.
Todo esto debe integrarse en una nueva lógica de red: una red más digital, automatizada y distribuida. Un sistema diseñado para gestionar altos niveles de generación renovable, con criterios técnicos que reconozcan los servicios que hoy ya prestan tecnologías modernas. La inercia o los servicios de ajuste que tanto se han mencionado en estos días los puede suministrar la electrónica de potencia, con la adecuación regulatoria y técnica necesaria.
El apagón del día 28 ha sido una llamada de atención, sí, porque debemos ser conscientes de hacia dónde nos dirigimos y actuar en consecuencia. Es una oportunidad para seguir avanzando en la construcción de un sistema eléctrico moderno, limpio y seguro. Porque el futuro energético de España está, año tras año, cada vez más cerca. Y será, sin duda, renovable.