
El Tribunal Internacional de Justicia, con sede en La Haya, considera muy verosímil que Israel esté cometiendo un genocidio en Gaza, con un alto número de muertos y heridos y con el desplazamiento forzoso de casi toda la población en plena hambruna.
El pasado 5 de mayo, el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aprobó un plan de ocupación permanente de Gaza de acuerdo con los partidos de ultraderecha que apoyan su coalición en el poder. Una medida que fue criticada por la ONU, la Unión Europea y gran parte de la comunidad internacional. Pero los aliados de Netanyahu han dejado claro que ganar la guerra y controlar Gaza es la prioridad, incluso por encima de rescatar a los rehenes israelíes que siguen secuestrados.
El primer ministro de Israel ha dejado claro que ya no hay marcha atrás en el proceso de control y ocupación de este territorio palestino. Ha subrayado que las tropas israelíes «no entrarán y luego se retirarán, porque este no es el objetivo». El verdadero propósito es «anexionar Gaza», para lo cual cuenta con el beneplácito de Estados Unidos expresado por boca del presidente Donald Trump, quien, tras asumir su cargo el pasado 20 de enero, anunció que no solo apoyaría a Israel para vaciar Gaza de palestinos, sino que respaldaría la conversión de la Franja en «un paraíso turístico del Mediterráneo Oriental».
Para Israel, la prioridad es la victoria total sobre Hamás y la ocupación de la Franja de Gaza, con la aniquilación de toda resistencia armada. En este sentido, Netanyahu ha dejado claro que ya no hay marcha atrás en el proceso de control y ocupación de este territorio. «Estamos pasando del método de incursiones al de ocupar territorios y permanecer en ellos», dijo. Y en esto está ahora Israel, con el respaldo incondicional de los Estados Unidos de Trump. Mientras tanto, Europa calla.