Miquel Parera: «Se ha perdido un poco la figura del portero loco»

Elba de la Barrera Agulló
Elba de la Barrera FERROL / LA VOZ

OPA RACING

Miquel Parera detrás de la red de la portería que custodia en A Malata.
Miquel Parera detrás de la red de la portería que custodia en A Malata. ANGEL MANSO

Se enfundó los guantes siendo solo un chaval y ahora es pieza clave en el Racing Club Ferrol: «Hay que dominar mucho más las emociones»

15 nov 2025 . Actualizado a las 21:37 h.

La forja de un auténtico portero requiere de tiempo y nervios de acero. Miquel Parera (Manacor, 1996), que viene de detener un penalti y un posterior rechace a Mingo en Espiñedo en la visita del Racing Club Ferrol al Arenteiro, confiesa que ya desde chaval sintió la llamada de los guantes.

—¿Cuál es su primer recuerdo en el mundo del fútbol?

—La primera imagen que se me viene es en el primer equipo en el que empecé a jugar, que era fútbol sala. Incluso guardo amistades de esos días en los que la máxima preocupación era disfrutar y pasar un buen rato. Algo que, a medida que vas creciendo, se pierde un poco. El fútbol de disfrutar y olvidarte de todo.

—¿Siempre quiso ser portero?

—Cuando preguntó el entrenador nadie levantaba el brazo y yo, no sé por qué, lo levanté y me puse. Con cinco o seis años tirarte allí en cemento.... creo que había algo ahí dentro que me llamaba a ser portero.

—¿Nunca se planteó cambiar?

—Sí, sí. Es verdad que ha habido momentos en los que tienes ganas de ponerte de delantero. Hubo una etapa en Manacor en la que les dije a mis padres que quería celebrar goles y mis entrenadores me decían que me veían un talento especial para la portería, pero que en algunos partidos podía ponerme de delantero [ríe].

—¿La figura del portero loco es mito o realidad para usted?

—En el pasado se daba mucho, que veías al portero y decías: ‘Está loco'. Los gestos, los gritos. Creo que esto va a menos, que el portero tiene que controlar sus emociones porque en el fútbol actual se le exige un buen juego de pies, buena comunicación para organizar, buen juego aéreo. Muchísimas cosas. Si tienes un exceso de locura es difícil controlar todo eso, pero si una persona se mete ahí a que le peguen tiros a la cara o a donde sea... un punto de locura lo tiene que tener. Se ha perdido un poco la figura del portero loco y ahora es una posición en la que hay que dominar mucho más las emociones.

—¿Quién era su ídolo de chaval?

—Desde que empecé a jugar siempre me he fijado en los porteros y mi primer ídolo fue Iker Casillas, que estaba en el Madrid y era un referente para todos. Pero, a medida que entendí un poquito más, me pasé al otro bando [ríe]. Al de Valdés en el Barcelona y fue mi referente en estilo de juego, en la seguridad que daba al equipo. Ahora Courtois es el prototipo de portero perfecto, pero a mí me pones a Valdés y de primero. Siempre.

—Destaca usted la necesidad de que un portero sea buen comunicador, ¿cuesta más al llegar a un equipo nuevo?

—Cuando vas a un sitio nuevo es normal que la comunicación no sea la más fluida y por eso es muy importante preguntarle a cada uno. Un grito a un compañero puede molestarle y a otro, en cambio, le motiva. Somos diferentes y, con el paso de las jornadas, nos hemos ido acoplando más y creando esas conexiones que son súper importantes.

—¿Cómo está siendo el trabajo diario con Roberto Valeiro?

—Te puedo decir que estoy encantado. Tenemos un grupo buenísimo. Roberto, César y Lucas y somos personas que hablamos y nos ayudamos mucho. Somos un mini equipo dentro del equipo.

—¿Qué papel jugó usted en la llegada de Saúl al Racing?

—Con Saúl tengo mucha confianza. Coincidimos en Mallorca hace muchísimos años y estuvimos en juntos Santander y, en el momento que vi que iba a salir de allí, hablé con él medio en broma de que se viniese para aquí y las cosas avanzaron y encantado de que esté.

—Menciona la etapa en Mallorca, ¿es el club de su vida?

—Estuve desde infantil y hasta los veinticinco años allí. Fue una etapa fantástica, también con dificultades. Muchos caminos en furgoneta para entrenar, lesiones. Momentos duros... en los que piensas que no vas a llegar. Pero sí, es el equipo de mi vida. .

—Con todo, usted pidió abiertamente que le dejasen marchar...

—Llevaba tres años y medio con muy poca participación y te llega un poco la desesperación del no jugar. De estar psicológicamente bajo y quizás, con la experiencia que tengo ahora, no lo hubiese hecho. No me arrepiento porque veía que se me acababa el fútbol. Hay que entender que somos personas, con inquietudes y problemas y estar dos años sin jugar afecta.

—Toda esa experiencia está ahora al servicio del Racing...

—Justo lo hablaba con un compañero, que cuando tienes 18 te dicen: ‘Este jugador de treinta juega porque aporta mucha experiencia' y no entiendes lo que es la experiencia y piensas: ‘Pero si está tieso...'. Ahora, que estás en el otro lado, entiendes que la experiencia es un grado. Hubiese pagado por tener esta experiencia con veinte y más en un deporte como es el fútbol en el que hay temporadas que se te pasan como si hubiesen durado cuatro años.

El faro de Meirás, su secreto mejor guardado

Parera en el banquillo del estadio de A Malata.
Parera en el banquillo del estadio de A Malata. ANGEL MANSO

Pero, más allá de los entrenamientos y los partidos, Miquel está encontrando en Ferrolterra un auténtico remanso de paz.

—¿Cuál es su sitio favorito?

—Estoy viviendo en Valdoviño y el faro de Meirás, la playa de Campelo... me parece muy bonito. Son sitios que la gente no conoce tanto y casi mejor [ríe], que si no esto se nos llena de turistas, y es espectacular. .

—Un película y un libro...

—Mi película favorita es Un ciudadano ejemplar, la he visto mil veces. Y libro: El monje que vendió su Ferrari. Te ayuda a relativizar mucho sobre la vida.

—Con cheque en blanco para fichar, ¿ a quién traería?

—Si me dan presupuesto ilimitado, lo primero que hago es subirme el suelo y después... ya veremos [ríe]. Ahora sin bromas, no te diría ningún nombre porque creo que tenemos una gran plantilla. Cuando ganas partidos se esconde un poco lo que haces mal y cuando pierdes sale a la luz, pero tenemos que mantener una línea y no nos podemos desviar. Confío en el equipo y en el cuerpo técnico.