
Mientras Israel e Irán protagonizan una escalada limitada y Estados Unidos ejecuta ataques de precisión sobre instalaciones militares, los mercados apenas reaccionan. La cotización del petróleo brent está en torno a los 85 dólares, el S&P 500 mantiene su tendencia y los indicadores de riesgo (CDS, VIX, primas marítimas) han oscilado menos que ante los últimos datos de inflación en EE.?UU.
El analista gallego Miguel-Anxo Murado lo describía esta semana en La Voz de Galicia, como un «conflicto ritual». Y, en mi opinión, desde el análisis económico, la descripción encaja: la globalización ha aprendido a amortiguar choques geopolíticos localizados. No se ha interrumpido el flujo energético, las cadenas de suministro siguen activas y la inflación no se ha desbordado.
El estrecho de Ormuz, por el que circula cerca del 30?% del petróleo marítimo mundial, sigue operativo. El alto coste político y económico de su cierre afectaría tanto a Irán como a sus aliados, a lo que hay que añadir la reforzada presencia de EE. UU. en la zona, que actuaría como medida disuasoria. Estos elementos evitarían una subida relevante en el precio del crudo, que solo se produciría, según Goldman Sachs y JP Morgan, ante un cierre sostenido de Ormuz, de ahí que el FMI, por su parte, mantenga su previsión de crecimiento global sin cambios significativos.
El impacto para Galicia no es directo, pero sí observable. La automoción, la pesca transformada o la industria conservera dependen de costes logísticos y materias primas que ya muestran ligeras tensiones. Además, si se prolongan los aumentos en seguros marítimos, podrían verse afectados los flujos comerciales.
En realidad, no parece que ninguna de las partes tenga interés en una escalada abierta: Irán necesita preservar su régimen, a Israel le supone un elevado coste económico y reputacional y Estados Unidos asume una estrategia de disuasión limitada, al menos de momento. Es decir, nos encontramos ante un modelo económico de minimización de costes mediante amenazas creíbles, como el formulado por el premio Nobel Thomas Schelling. Además, tal y como señala el también premio Nobel, Robert Shiller, hay que recordar que los mercados no solo responden a los hechos, sino también a las narrativas que, en este caso, la dominante sería la del «conflicto gestionable».
El análisis de esta situación no es ajeno al acuerdo alcanzado en la reciente cumbre de la OTAN, de destinar un 5?% del PIB a seguridad y defensa para el 2035. España, que actualmente destina alrededor del 1,3?% de su PIB a defensa, se comprometió en la cumbre a una contribución más limitada, del 2,1%, aunque la OTAN ha advertido que necesitará aumentar el esfuerzo, si quiere ser operativamente relevante. Además, la presión política y comercial puede hacer que España eleve su compromiso más adelante.
El debate económico en Galicia pone el acento en los sectores conectados al comercio exterior, que requieren estabilidad logística y financiera. Aunque los mercados han reaccionado con calma, las previsiones para el segundo semestre apuntan a un entorno de tensión prolongada, pero contenida. Procede, pues, vigilar la evolución del comercio internacional, los precios energéticos y las prioridades presupuestarias serán esenciales para anticipar sus efectos sobre el tejido económico regional.