«Si pensamos en la catástrofe, perderemos la cabeza»

Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA

INTERNACIONAL

En memoria de las víctimas de la inundación en el estado de Texas.
En memoria de las víctimas de la inundación en el estado de Texas. Marco Bello | REUTERS

Las familias de los fallecidos y los supervivientes de las inundaciones en Texas tratan de digerir la pesadilla

08 jul 2025 . Actualizado a las 21:57 h.

Primero fue la angustia de los supervivientes, escapando en kayaks por las ventanas. Luego, los nombres de las víctimas, demasiado jóvenes para una necrológica. «Estoy viviendo el mejor verano de mi vida», le escribió a su madre el día antes de la riada Sarah Marsh, de 8 años, una de las niñas de Texas que pasaban el verano en Camp Mystic. Su cuerpo apareció el domingo colgado entre las ramas de un ciprés. Dormía en su litera cuando el río Guadalupe se alzó como un monstruo en la oscuridad de la noche y se llevó por delante las cabañas más bajas del campamento. Horas antes, la madrugada del 4 de julio, Día de la Independencia de EE.UU., preparaban los malvaviscos para pinchar en las barbacoas. Esa misma noche, el caudal crecería en menos de una hora nueve metros de altura, hasta llevarse flotando las camas de las niñas.

No murieron solas. Las 27 víctimas de ese campamento incluían profesoras, cuidadores y al director, Richard Dick Eastland, que falleció con su esposa, Tweety, en el intento de salvar a las niñas. «No me sorprende que este fuera su último acto de amabilidad y sacrificio», escribió Paige Sumner, una amiga de la familia. «Escribo estas líneas mientras oigo los helicópteros sobre nuestras cabezas buscando supervivientes», contó.

La primera alerta de inundación potencial, que algunas personas afirmaron no haber recibido, llegó a la una y cuarto de la madrugada, cuando todos dormían. Cerca de las dos y diez, las literas de las cabañas bajas flotaban ya río abajo. La dirección tenía planes de contingencia para lluvias torrenciales, pero nunca esperaron eso. En el peor de los casos, si el agua se alzaba sobre los caminos, les darían sándwiches para desayunar.

La tragedia sorprendió asimismo a decenas de campistas, que habían clavado sus tiendas o aparcado sus autocaravanas en la zona para disfrutar del 4 de julio. Ese era el plan de la familia de Evely Chavarría. La riada se llevó por delante las vidas de su madre, el esposo de esta, su tía y su marido y un primo. Su prima Devyn Smith, de 24 años, sobrevivió tras ser arrastrada por el agua más de 24 kilómetros y permanecer seis horas aferrada a un árbol. «Si pensamos en la catástrofe, perderemos la cabeza», cuenta.

De vacaciones en Europa

Mientras las aguas subían en el centro de Texas, el senador republicano Ted Cruz estaba de vacaciones en Grecia. Llegó a Texas el domingo por la noche, «lo antes posible», según un comunicado de su oficina. Estaba en Kerrville, una de las zonas más afectadas, la madrugada del lunes, cuando más de 80 personas habían sido declaradas muertas y decenas estaban desaparecidas.

El don de la oportunidad del senador texano ya había sido objeto de críticas. En el 2021, después de que una tormenta invernal dejara sin electricidad a millones de texanos, Cruz voló a Cancún, México, para alojarse en un resort de lujo.

Cientos de rescatistas continuaban este martes la búsqueda, mientras las esperanzas de encontrar más supervivientes disminuían a lo largo del día. El sargento Jonathan Lamb, del Departamento de Policía de Kerrville, informó de que el último rescate de supervivientes se había realizado el primer día. La cifra de fallecidos  ascendía a 109. Decenas de personas continuaban desaparecidas. Las autoridades aseguraron que investigarían las medidas de alerta en la cuenca del río Guadalupe.