
La Xunta cede al Gobierno la gestión de la emergencia y suspende hoy la docencia en colegios y escuelas infantiles, cierra centros de día y suspende la actividad deportiva no federada
29 abr 2025 . Actualizado a las 09:36 h.Galicia vivió, a partir del mediodía de ayer, una jornada de caos causada por el apagón eléctrico. Sin tren, con la circulación rodada muy afectada, rescates de personas atrapadas en ascensores, muchos comercios clausurados y otros colapsados de clientes que acudían a comprar víveres, transistores o pilas, algunas localidades fueron recuperando muy puntualmente el servicio, aunque al cierre de esta edición casi toda Galicia seguía sin corriente eléctrica.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, comparecía poco después de las ocho y media de la tarde y anunciaba la suspensión de todas las clases para el día de hoy, así como el cierre de las escuelas infantiles y de los centros de día. También la suspensión de toda la actividad deportiva no federada. Los pacientes que utilicen equipos respiratorios podrán cargarlos en los puntos de atención continuada y podrán informarse a través de los teléfonos 061 o 112.
Minutos después de esa comparecencia, la Xunta anunciaba que declaraba el nivel 3 de alerta para que el Gobierno central se hiciese cargo de la situación; es el nivel que se declara cuando la emergencia supera a una administración, y otras siete comunidades lo han pedido. El Gobierno había anunciado que los cuerpos de seguridad reforzarían la vigilancia.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, declaraba entonces la emergencia de interés nacional en Andalucía, Extremadura, Murcia, La Rioja, Madrid, Galicia, Castilla-La Mancha y Comunidad valenciana, a petición de las comunidades, y se pone al frente de las actuaciones que se adopten en las mismas por el apagón eléctrico. En ese momento ordenaba que en estas ocho comunidades autónomas los colegios deberán abrir este martes sus puertas a efectos de conciliación familiar.
Así fue la jornada, de sur a norte y de este a oeste en Galicia.
vigo
Empresas paradas. El apagón también descolgó a la industria de Vigo y su área metropolitana, que muy pronto se vio en la obligación de interrumpir la actividad en fábricas. La mayor empresa del sur de Galicia, Stellantis, paralizó ayer hacia el mediodía su producción en la factoría de Balaidos. El turno de tarde accedió «con normalidad» a las 13.30 horas, pero pronto interrumpieron las líneas de fabricación de vehículos.
En la avenida de Beiramar, punto neurálgico de la construcción naval del sur de Galicia, las cuadrillas de trabajadores fueron abandonando sus puestos de trabajo hacia el mediodía y por la tarde prácticamente no había atisbo de actividad. Desde Armón Vigo explican que fue a las 15.30 horas cuando los equipos se fueron a casa, mientras desde Cardama aprovecharon, mientras pudieron, para realizar trabajos «que no requerían electricidad», pero «dentro de las embarcaciones, imposible».
La Autoridad Portuaria de Vigo, por su parte, activó el denominado Plan de Autoprotección y lo hizo en fase verde, «de emergencia», explican. En este tipo de situaciones, el puerto dispone de generadores «para la parte operativa», como las oficinas o los sistemas de control y seguridad. Sin embargo, las instalaciones como la terminal de contenedores (Termavi) si vio afectada su actividad por el apagón nacional, al quedarse sin sistemas de grúas. Pese a ello, según el Puerto los inconvenientes «solo afectaron a un portacontenedores», el MSC Taerim.
a coruña
Moderación en el consumo de agua. El susto fue doble en A Coruña, ya que la primera manifestación del apagón, a las 12.30 horas, fueron dos columnas de fuego y denso humo negro en dos chimeneas de la refinería de Repsol visibles desde numerosos puntos de la comarca. La humareda se debió precisamente al fallo eléctrico global, que accionó los sistemas de seguridad de las antorchas del complejo industrial.
Mientras la alarma se extendía por el desconcierto ante lo que estaba pasando sin saber por qué, las calles enseguida reprodujeron el caos ante la falta de red semafórica y en los grandes centros, como el Chuac, comenzaban a funcionar los grupos electrógenos para ir capeando la situación. En el Hospital A Coruña siguieron funcionando las operaciones en marcha, y también las urgencias, pero a medida que avanzaba el tiempo sin suministro se fueron adoptando decisiones y se suspendió la actividad programada para la tarde mientras en algunas zonas las luces se iban apagando.
En las farmacias se reprodujeron los problemas por la falta de conexión para la receta electrónica, mientras comenzaban a pensar en la conservación de fármacos, como la insulina, que necesitaban frío.
Las gasolineras, ante la imposibilidad de poder cobrar, también resultaron afectadas para prestar servicio, al igual que multitud de factorías, establecimientos, supermercados y grandes superficies, que funcionaron a medio gas e incluso en algunos casos, optaron por cerrar sus puertas.
Mientras algunos conductores se agolpaban en los atascos, en los párkings otros no podían retirar sus coches. Algunos estacionamientos optaron finalmente, una vez agotada la energía de reserva, por dejar abiertas sus barreras. En los colegios, más pronto de lo normal, muchos padres fueron a recoger a sus niños antes de la hora prevista y la falta de dinero en metálico complicó las compras en casi todos los negocios.
Imagen insólita en un lunes laborable. Centros comerciales cerrados y colas de trabajadores en sus puertas. Esa fue la estampa que dejó, por ejemplo, Marineda City. La superficie de consumo más grande de la ciudad decidió cerrar sus puertas tras la caída general de la red.
Entre los atascos, muchos coches que acudieron a repostar a las gasolineras, sin poder surtir. «Estamos esperando por si vuelve la conexión, pero no podemos hacer nada», comentó un trabajador de una estación de A Grela. «Dicen que se va a restablecer ya la luz, así que cuando me digáis que pueda repostar listo», les comentó un cliente optimista, que iba a esperar en el coche. Mientras que otros negocios optaron por cerrar al no poder operar y mandaron a casa a sus empleados, las gasolineras los mantuvieron. «No podemos dejar esto sin nadie por seguridad», decían.
ourense
Algunas zonas con luz a las dos de la tarde. El suministro eléctrico se cortó por completo de forma repentina y muchos ourensanos quedaron atrapados en ascensores. Los teléfonos tampoco funcionaban y no era posible llamar a emergencias. En empresas y comercios la actividad se frenó por completo y los ciudadanos salieron a las calles en busca de las respuestas que no encontraban en sus móviles, inútiles ante la falta de cobertura, que después fue recuperándose paulatinamente. En torno a las dos de la tarde el suministro se recuperó en algunas zonas de la ciudad, pero este volvió a cortarse en algunos lugares cerca de las 16.30 horas.
El apagón masivo provocó un caos total en la estación de tren de Ourense, especialmente entre los pasajeros del AVE que tuvieron que quedarse en hoteles de la ciudad ante la imposibilidad de viajar hasta Madrid. Los alojamientos de la zona se llenaron en apenas unas horas con los pasajeros afectados. Los autobuses funcionaron con normalidad, tanto los urbanos como los interurbanos.
Además, se cerró el pabellón de Os Remedios y se desalojó el edificio administrativo de la Xunta. También los trabajadores de la Diputación y del Concello de Ourense abandonaron sus puestos de trabajo y salieron a la calle ante la imposibilidad de seguir con sus tareas. En los comercios los empleados en muchos casos esperaron en sus puertas hasta la hora de cierre.
«Estamos vendiendo como podemos. Nos vamos acordando de los precios y apuntando». De esta manera resumía la dueña de una panadería en Ourense el caos que supuso el corte de luz. Las colas llegaban hasta la calle.
santiago
Los universitarios en las calles. Los universitarios se apoderaron de la ciudad. Salieron a tropel, desde el mismo instante en que se suspendieron las clases. La USC anunció en un primer momento que, hasta nuevo aviso, no tendrían que volver. Horas más tarde concretaron que las clases quedaban suspendidas hasta las tres de la tarde. Cientos de personas tomaron plazas y parques. Las terrazas de la Praza Roxa se convirtieron en un auténtico hervidero de gente, que tuvo que pagar «solo en efectivo». En el Ensanche, las tiendas se cerraron, mientras las panaderías agotaban el producto. Los guías siguieron llevando a los peregrinos por la zona vieja, con los restaurantes cerrados a cal y canto.
En Área Central y As Cancelas, sus dos hipermercados, Alcampo y Carrefour, siguieron trabajando con normalidad, tirando de sendos grupos electrógenos. «La gente cree que es el final del mundo», apuntaron desde uno de ellos, cuyos responsables trataban de conseguir combustible para seguir trabajando. En el resto de los comercios de las áreas comerciales, los trabajadores esperaban con los brazos cruzados y con escasa esperanza de que volviera la luz.
Los guías siguieron llevando a los peregrinos por las callejuelas de la zona vieja, que mostraron una imagen muy diferente a la habitual: todos los restaurantes estaban cerrados a cal y canto. Solo un puñado de terrazas se montaron, especialmente en Porta Faxeira, donde no cabía un alfiler. Las tiendas de souvenires también continuaron abiertas, aunque sus escaparates, con las luces apagadas, lograron un escaso éxito: prácticamente todos los turistas pasaron de largo. Solo contados restaurantes fueron capaces de mantener el servicio.
El apagón dejó a toda la promoción de Medicina de la USC con ganas de disfrutar de uno de los días más felices tras años de estudio. El corte de luz llegó en pleno acto, pero sin fiesta ni comida de celebración. «Al final vinimos a comer a casa», afirmaba pasadas las cuatro de la tarde una futura doctora, que se subió al bus urbano 1 de Santiago con la beca amarilla en la mano y el traje de fiesta sin ninguna arruga.
lugo
Electricidad a última hora. La imagen más habitual fue la de personas tratando de contactar por teléfono. Durante todo el día la cobertura y los datos móviles fueron yendo y viniendo, aunque a partir de las dos de la tarde fue casi imposible establecer comunicación. Las empresas de los polígonos y las gasolineras tuvieron que cerrar, y en los juzgados y la Audiencia solo funcionaban las luces y los ascensores, pero no los ordenadores. En la ciudad el suministro eléctrico se fue recuperando a lo largo de la tarde.
pontevedra
A la playa para pasar las horas sin luz. El día del apagón general coincidió con una jornada totalmente veraniega, la ciudad se echó a la calle y a las playas para pasar las horas sin luz. Paralelamente, el Concello mandaba un mensaje de tranquilidad y aseguraba que el abastecimiento de agua estaba totalmente garantizado. La Brilat y la Escuela Naval se pusieron a disposición del Gobierno para cooperar.
ferrol
Un Centro de Coordinación Municipal. El Concello activó el Plan de emergencias municipal y constituyó el Centro de Coordinación Municipal, movilizando todos los efectivos de seguridad, y con un refuerzo especial previsto para la noche. Además, emanaron las recomendaciones generales a los ciudadanos: evitar desplazamientos y limitar el uso del móvil a lo imprescindible.
arousa
Subastas a viva voz en Cambados. Cuando la luz se fue, sobre Arousa brillaba un sol resplandeciente. Todo dejó de funcionar en un instante. Desde los semáforos a los sistemas de cierre de los establecimientos comerciales, cuyos dependientes se las vieron y desearon, en el mejor de los casos, para bajar sus verjas a pulso. En el peor, para hacer guardia ante sus puertas preguntándose qué estaba sucediendo. Las policías locales y las.agrupaciones municipales de Protección Civil se multiplicaron para evitar que el caos tomase las calles. En Vilagarcía, el servicio de Emerxencias intervino en doce rescates de personas que se habían visto atrapadas en el interior de ascensores, además de atender cinco alarmas de incendio urbano, detonadas por la puesta en marcha de generadores. Una de ellas, de escaso alcance, en la biblioteca municipal.
De hecho, el único edificio que mantuvo el suministro durante toda la mañana fue la Casa do Concello, gracias a su propio generador, aunque sus servicios se redujeron al mínimo. Algo parecido sucedió en el Hospital do Salnés, donde se suspendieron las consultas para concentrar sus esfuerzos en las.urgencias y las intervenciones inaplazables.
En los centros de salud, un poco de todo. En Cambados, los médicos de familia cubrían las consultas con cita previa. También en la medida de lo posible, ya que les resultaba imposible acceder al historial de sus pacientes. En las farmacias, solo se admitían las recetas manuscritas.
Solo las superficies comerciales de cierto tamaño, aquellas que pueden permitirse contar con un generador propio, abrían sus puertas con relativa normalidad.
La lonja de Cambados recuperó una escena que parecía perdida en el tiempo. Los poxadores no dudaron en subastar de viva voz, a la antigua usanza, para mantener su actividad.
Las plazas y las calles ganaron una inusual concurrencia en pleno horario de trabajo, repletas de ciudadanos que no sabían muy bien qué hacer, privados de la plena potencialidad de sus teléfonos móviles. Las terrazas de la hostelería y la playa urbana de Vilagarcía, A Concha-Compostela, reunieron a un más que razonable número de usuarios, tal vez llevados por el aplomo que confería el buen tiempo.
Mientras, donde verdaderamente se agolpaba la gente era en las pocas estaciones de servicio que seguían funcionando gracias a sus generadores. El combustible sustituyó a los rollos de papel higiénico de la pandemia en el imaginario colectivo de los bienes que acopiar cuando la catástrofe amenaza
barbanza
El Concello de Ribeira, sin actividad. En la Casa Consistorial de Ribeira, tanto funcionarios como concejales abandonaron su puesto ante la situación. Varios ediles conversaban acerca de las medidas a tomar en caso de que la incidencia se prolongase. En cuanto al tráfico, no se registraron incidentes destacables.
deza
Agotados los grupos electrógenos. En Lalín, los supermercados cerraron poco después de que se fuese la luz. En los bazares chinos había colas para comprar pilas, velas y linternas, sobre todo. En una tienda de sellado de credenciales del camino estuvieron poniendo los sellos con velas. Se agotaron los grupos electrógenos en alquiler y había preocupación por la forma en la que iban a ordeñar las vacas.
a mariña
Protocolos de emergencia. Algunos Concellos activaron protocolos y números de teléfonos para emergencias. En Ribadeo volvió la luz sobre las cinco de la tarde, pero a última hora seguía sin teléfono ni internet. También Viveiro y Foz recuperaron electricidad.
costa da morte
Empresas cerradas. Gente en la calle preguntándose qué estaba sucediendo, negocios cerrados, supermercados evacuados, y algunas personas que se quedaron atrapadas en el ascensor. Empresas de los polígonos de Bértoa, A Laracha y O Acevedo se vieron incapaces, en la mayor parte de los casos, de continuar con el trabajo.