La creación de la Marca Pirineo, el apoyo a las empresas autónomas, la rehabilitación de vivienda y una plataforma de movilidad en transporte han contribuido a frenar la despoblación
01 feb 2025 . Actualizado a las 19:33 h.Navarra se ha convertido en uno de los ejemplos de cómo trazar una estrategia a medio y largo plazo para revitalizar las zonas de alta montaña, afectadas desde hace ya tiempo por un galopante proceso de despoblación. Una asignatura pendiente en la comunidad gallega, cuyas políticas de revitalización demográfica son extensibles a casi todo el territorio, sin identificar cuáles son las áreas que presentan mayores necesidades. Esto fue precisamente lo que expuso el Consello de Contas en su último informe publicado en diciembre, en el que señalaba que 90 concellos tenían comprometido su futuro por un comportamiento diferencial negativo respecto al resto en términos de población y acceso a servicios básicos.
En paralelo a este trabajo, otros dos órganos de control externo autonómicos presentaron sus investigaciones sobre el reto demográfico: la Cámara de Comptos de Navarra y la Cámara de Cuentas de Aragón. Del primer informe, destacan algunos datos. En los últimos 30 años, la población navarra aumentó un 27%, al tiempo que más de la mitad de los municipios perdían habitantes. De los 272 municipios de Navarra, 152 estaban en declive. Es decir, el 55 %. La proporción gallega de concellos en retroceso poblacional, sin embargo, es del 82 %.
En el 2020, se aprobó el Plan Estratégico del Pirineo, que se sigue aplicando y que recoge 130 medidas que están ejecutándose a través de distintas actuaciones. El programa incluye un modelo de gobernanza participativo y transversal, un plan de acción y un plan de comunicación. «El objetivo era no quedarnos en los despachos de la Administración y acercar las acciones concretas a la propia ciudadanía y a los agentes locales, los auténticos protagonistas del relanzamiento», explica Rubén Goñi, director general de Medio Rural de Navarra y que tuvo un protagonismo clave en el diseño de esta estrategia. Una de las singularidades es que son los técnicos que pisan el terreno quienes establecen las prioridades de cada zona. Esto es, se trata de un mecanismo que funciona de abajo hacia arriba, sin que sea el político el que decida previamente qué se hace.
Entre las medidas adoptadas en el marco del plan para la montaña navarra, en materia turística, destaca la creación de la Marca Pirineo, con unidades de gestión para diseñar proyectos financiables con fondos NetxGen. El dinero de Bruselas ya se recibió en el 2023 y las actuaciones de sostenibilidad, hasta 15, terminarán de ejecutarse este año. También se creó el equipo territorial Gu Pirinioa, se establecieron prácticas del alumnado y programas de formación continua.
INICIATIVAS EN GALICIA CONTRA LA DESPOBLACIÓN
En el despliegue de la banda ancha se firmaron seis convenios con entidades locales y allí donde no llegaban los operadores privados lo hizo el Gobierno navarro. Otra de las experiencias de éxito en la zona ha sido la bolsa de empleo: se creó, gestionó y dinamizó una plataforma para la búsqueda de trabajo y se estableció un programa de apoyo para las empresas autónomas.
El plan del Pirineo también puso el foco en tres aspectos clave: vivienda, transportes e infraestructuras. Se hizo un inventario de vivienda pública y un trabajo sobre la demanda con la participación sobre el terreno de 127 personas para tener una aproximación real sobre los inmuebles privados en desuso, que llevó a poner en marcha una bolsa de alquiler en el Pirineo. Pero muchos de los trabajos han tenido que ver con la rehabilitación.
Otro de los ámbitos de actuación fue el transporte interurbano de viajeros por carretera: se diseñó una plataforma de movilidad colaborativa para el Pirineo, se analizaron las necesidades de movilidad y se puso en marcha un proyecto piloto de transporte a demanda. «Nuestro objetivo era reforzar y transmitir la imagen de la montaña como un lugar vivo, activo y atractivo para el desarrollo de un proyecto vital, con oportunidades laborales, con servicios y con oferta cultural para atraer nuevos habitantes», explica Goñi.
En el caso gallego, la última propuesta sobre la alta montaña, que es la que sufre una mayor despoblación y más problemas en el acceso a servicios básicos, vino de la mano del Foro Económico de Galicia, que presentó un estudio hace ya ocho años en el que planteaba que fuese la Xunta quien asumiese la tutela directa y la gestión de estos concellos. Melchor Fernández y David Peón, autores del trabajo, proponían esta vía para tapar la hemorragia demográfica y avanzar en el único camino posible: responsabilizar a todos los gallegos en la gestión del patrimonio natural y ambiental, y en la garantía de acceso a los servicios públicos a la población residente, que paga impuestos como la de otras zonas. De ahí que el control excepcional de la Administración gallega tuviese aquí una relevancia especial, sobre todo para que la alta montaña fuese una fuente de riqueza y una marca de país, tal y como sucede ya en otros lugares de Europa. De momento, en esta comunidad, poco o nada se ha avanzado al respecto. En las zonas de O Xistral, Os Ancares, O Courel, O Macizo Central y Pena Trevinca apenas viven niños y hay una población mayor cada vez más dependiente. Los servicios de transporte público son limitados y en muchos casos el acceso a servicios sanitarios o bancarios están a una distancia considerable.