La vida horizontal

Mercedes Corbillón

FUGAS

28 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Estoy encamada y sin muchas ganas de salir de aquí, puede que no vaya más allá de la cocina o el baño. Hasta la sala será territorio lejano con su oferta infinita de contenidos audiovisuales. En la alcoba solo tengo libros y, si acaso, programas absurdos como mi vida con trescientos kilos o forjados fuego. ¿Cuánta gente es capaz de hacer armas de manera artesanal? En España creo que nadie, pero en EE.UU. da para un programa de televisión. Me quedo absorta viendo la transformación de los metales y al jurado decir: «Tu cuchillo mata. De todos modos, el aparato está apagado, no lo necesitaba ni como ruido de fondo para leer a Gospodínov, no Las Tempestálidas, su novela más reconocida, sino el librito sobre la muerte del padre. Todos los escritores escriben sobre la muerte del padre, que es una manera de escribir sobre la vida del padre, ese misterio que a menudo se resume en un puñado de frases. No importa, ellos lo convierten en la literatura más lacerante. Lo hicieron Philip Roth, Peixoto, Knausgard, Marcos Giralt, mi favorito escarbando en la materia indescifrable que es la familia. ¿Las mujeres no escriben tanto al padre? No sé, pero yo le escribiré al mío.

El jardinero y la muerte es precioso, desde esa frase que dice «sí, mi padre era jardinero. Ahora es jardín». Se nota que era poeta antes que narrador; ambas cosas se mezclan como la verdad, el dolor, la belleza, el amor.

Dice G. que la infancia es vertical y que la vejez es horizontal, preparándose para la horizontalidad definitiva. Según eso, yo nací vieja, con esa energía un poco en huelga que solo se desata en ocasiones. El resto del tiempo mi cuerpo no encuentra motivos para el movimiento, aunque tal vez salga a comprar unas plantas de invierno para mi ventana. No es bonito ver los cadáveres de mis petunias, que nunca sobreviven al verano. Me vendrían bien unos pensamientos de color lila, que va bien con noviembre.

Me han entrado ganas de ir a Sofía, solo porque Gospodínov es búlgaro, supongo. Por eso me levantaría de la cama, y por otras cosas imposibles. En un momento cita un verso de Tranströmer. «Las personas soñadas son más que nosotros. Pero no ocupan lugar…». Menos mi pijama, es todo muy hermoso.