En una tabla de «paddle» surf de Noruega a Gibraltar, con parada en Estaca de Bares

ANA F. CUBA MAÑÓN / LA VOZ

MAÑÓN

Jonas, con su tabla, decorada con mensajes de gente a la que ha ido encontrándose, como Erik, que le acogió en Bares
Jonas, con su tabla, decorada con mensajes de gente a la que ha ido encontrándose, como Erik, que le acogió en Bares I. F.

La aventura del joven sueco Jonas Böhlmark, con trastorno bipolar, comenzó en septiembre de 2022 y le ha llevado ya por media Europa

29 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cuando vi Bares pensé: ‘No voy a sacar fotos, esto es un secreto'», contaba Jonas Böhlmark, un joven sueco de 34 años que recaló el martes en este rincón del Cantábrico en su tabla de paddle surf, con la que ha recorrido media Europa desde hace casi tres años. Exhausto, se tumbó a dormir en la playa, donde lo encontró Erik Huijsmans, un neerlandés que vive por temporadas en la casa que alquiló hace un par de años en Bares junto a su mujer.

La pareja lo acogió en su vivienda durante un par de días, hasta que el viento viró y Jonas pudo reanudar su viaje, rumbo a Gibraltar. Con ese objetivo partió en septiembre de 2022 del norte de Noruega, en una aventura de deportes extremos que le llevó, primero, a la montaña, corriendo junto a su mejor amigo, y al río, remando a lo largo de 540 kilómetros, y en bicicleta, hasta culminar en Kilpisjärvi, el pueblo que pertenece a tres países, Suecia, Noruega y Finlandia.

Jonas, preparándose para partir de la playa de Bares, el jueves
Jonas, preparándose para partir de la playa de Bares, el jueves ESPANTALLO

Al mes, su amigo renunció a continuar, y desde entonces Jonas no se ha bajado de su tabla de SUP, remando de pie durante millas y millas desde hace más de mil días, y avanzando lentamente por la carga, sus pertenencias, el saco de dormir, calzado, ropa, algo de comida, el teléfono móvil, una hamaca y la medicación que le suministran sus padres cada dos meses, en el lugar de Europa donde haya recalado en ese momento. Este deportista sueco padece trastorno bipolar.

Cuando inició este viaje no pensaba que fuese a durar tres años. Ahora se siente, a diario, «como un campeón del mundo», que ha vivido en condiciones extremas, durmiendo «al amparo de las estrellas» a diez grados bajo cero. Estos días, en Bares, insistía en que le mueve «un propósito», demostrarse a sí mismo que «en la vida, lo importante no es acumular cosas materiales y ganar mucho dinero, sino las relaciones personales». Como las que entabló con Erik y Ana, o con Fran, y con tanta gente «maravillosa» que se ha encontrado, «y también algún idiota».

En este tiempo solo ha vuelto a casa durante tres semanas, para recuperarse de una pequeña intervención quirúrgica a la que tuvo que ser sometido en Santander. Sus padres, con quienes habla a diario, le apoyan, igual que su mejor amigo. «Al principio tenía patrocinador, ahora lo rechazo. En mi tabla [plagada de cicatrices], no hay nombres de empresas o marcas, solo los mensajes de la gente» con la que ha ido encontrándose en este intenso camino. Como Erik y Ana, que le compraron comida y cocinaron para él. «La tabla me da suerte, no me he muerto aún en el océano», bromea. La naturaleza, enfatiza, es su única religión, y junto al tiempo y las personas, «lo más valioso».

Su otro objetivo radica en demostrar que alguien con síndrome bipolar, «sin beber nunca alcohol, practicando ejercicio físico y en contacto con la naturaleza, y tomando la medicación» puede conseguir lo que se proponga. Autoconocimiento y autocontrol son sus máximas. En estos casi tres años ha descubierto que el cansancio, tras horas y horas remando sin parar, es mejor somnífero que las pastillas. Jonas nunca conoce su próximo destino. El jueves dejó Bares y se dirigió al oeste, y el viernes llegó a Cedeira, para luego seguir hasta alcanzar Gibraltar, varando en arenales perdidos para dormir y reponer fuerzas. «Quizá conozca una chica y me pare», ríe.