
La consellería reúne a sus clásicos para echar la vista atrás y hacer balance del primer cuarto del siglo XXI de la escuela gallega. Y aprueba
07 sep 2025 . Actualizado a las 11:28 h.La sala superior del CNIC, en el monte Gaiás, se quedó pequeña para celebrar la educación gallega. La consellería quiso aprovechar este inicio de curso para recordar que llevamos ya 25 años de siglo XXI, un cuarto de siglo que bien merece una reflexión. Y preparó un acto coqueto, pequeño, pensado para quienes han gestionado el sistema desde el año 2000. Pero se quedaron cortos en sus previsiones y hubo mucha más gente de la prevista. Tal vez sea una manera perfecta de resumir la educación gallega de los últimos 25 años: mucha gente interesada, participando, medios suficientes (la Cidade da Cultura estaba vacía) pero todos en el mismo lugar.
En la lista de invitados también se plasmaba lo que es la escuela gallega: aunque se trata de uno de los sectores más feminizados —como mínimo ellas son el 72% del personal—, el grueso de los presentes, y los mejor situados, eran hombres.
Estaban todos los conocidos, con la plana mayor de la consellería a la cabeza. La antigua guardia, con Corredora y Mira (padre) a la cabeza, saludaban con la holgura de quien fue anfitrión media vida, mientras las caras nuevas (Maite Flores, presidenta de turno de la CiUG y candidata a rectora de la USC) mantenían un discreto segundo plano. Precisamente allí, en la parte de atrás, se encontraba José Luis Canosa, con su sonrisa y su traje holgado, repasando una historia que es la suya, porque el que fuera director xeral de Recursos Humanos, y quien diseñó (con su equipo, que si no se enfada) el sistema de personal de la consellería, pasó más tiempo dirigiendo el sistema educativo gallego que los cinco políticos que charlaron sobre su paso por San Caetano.
Pero estuvo bien sentar en la misma sala a quienes pilotaron la consellería en momentos tan diferentes. Celso Currás exhibió retranca y memoria; Marisé Pérez Mariño, directora xeral de Ordenación Educativa en el bipartito (la conselleira, Laura Sánchez Piñón no pudo estar presente porque los éxitos de su hija música la llevaron este fin de semana a Centroeuropa) recordó haber sido quien puso en marcha las bibliotecas; Jesús Vázquez no evitó recordar que le tocó bailar en el peor momento (la crisis del 2011); Carmen Pomar también soslayó elegantemente decir que la echaron del puesto por haber hecho durante la pandemia lo que le mandaron; y Román Rodríguez, titular actual de la cartera e ideólogo del evento, quiso presentarse como la continuidad de todo lo anterior y la base de lo que vendrá.
Un poco en esa línea habló Alfonso Rueda, que se unió al acto a última hora. Llegó tarde, como siempre, y nadie protestó. ¿Quién le protesta al jefe? De hecho, el presidente de la Xunta fue protagonista del vídeo resumen de los 25 años de la educación gallega, solo matizado por un par de imágenes de la reina Letizia y alguna más, pero discretas, del actual conselleiro, cuya mano se notó en el texto que acompañaba las imágenes, como las referencias a la equidad del sistema o la revolución silenciosa que es la FP.
Nerea Iglesias (profesora nueva) y Fátima García Doval (maestra desde el año 2000) charlaron de la educación en el tiempo, y su mera presencia recordó el papel de las mujeres, soldados de infantería de este peculiar ejército. En su intervención, Fátima señaló un aspecto interesante, y novedoso en los actos oficiales, al reivindicar la profesionalización frente al sacerdocio que muchos exigen del magisterio, o valorar el difícil equilibrio emocional de los profesores. Claro que ella no una maestra al uso: quería hacer una FP de electrónica y su familia se lo sacó de la cabeza; ya se salía de la libreta entonces.
Isabel Ruso, directora del IES Eusebio da Guarda, y Mar Lorenzo, directora de la Escola de Ciencias da Educación, abordaron el futuro. Isabel se mostró algo pesimista (realista) sobre la formación competencial del alumnado y sobre la relación de los centros con las familias. Mar, lógicamente, recalcó el papel de las universidades como colofón e inicio del sistema educativo.
Y en este recorrido sentimental por la educación gallega las universidades tuvieron su espacio. Manuel Reigosa, rector de la de Vigo, presumió de sistema y formación, pero también reivindicó el papel y los valores de Europa y la defensa de la cultura y lengua gallega.
Alfonso Rueda cerró el encuentro con buenas palabras y un reconocimiento al trabajo que tantas mujeres y hombres gallegos han hecho a lo largo del tiempo para que nuestra escuela sea lo que es, un ejemplo.