«No hay un vino malo; hay uno para cada ocasión, momento y compañía»

amelia ferreiroa LALÍN / LA VOZ

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Cree que los profesionales deben ser más cercanos y empáticos con el comensal

05 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Perros y vino. Dos pasiones que cultiva Fani Rodríguez Alves (Lalín), que la llevaron a crear con su hermana Cris años atrás en su villa natal la Protectora Peludos sen Fogar, «que supuso un antes y un después en nuestras vidas». Mucho trabajo, cientos de horas dedicadas a la protectora pero escasez de ayudas oficiales que finalmente llevaron al traste el proyecto. Y, de manera paralela, arrancó su trayectoria en el mundo hostelero, «y ahí surgió mi pasión por los caldos».

—Mis primeros pasos en hostelería fueron en diferentes establecimientos de Lalín. Primero en el mítico Doña Maruja, de la mano de Tuni, y posteriormente en el restaurante La Molinera con Ana y Diego. Ellos fueron los que me enseñaron el valor y la pasión por el vino, pero también aprendí a responsabilizarme de mi trabajo y de los diferentes formatos de hostelería en la cafetería Kubos, y también están mis pequeñas extras que hice en el Currás.

—¿Fue en ese momento en que pensó en profesionalizarse?

—Sí. Me entró el gusanillo, me mudé a Coruña y empecé a trabajar como auxiliar de sumiller en el restaurante Árbore da Veira, con estrella Michelín, y a la par empecé a cursar el máster en el Instituto Gallego del Vino (Ingavi), y posteriormente el WSET3 o Nivel 3 en vinos; una certificación avanzada de Wine & Spirit Education Trust que profundiza en el conocimiento del vino, incluyendo viticultura, vinificación, estilo, calidad y precios. Después de formarme como sumiller empecé a trabajar como jefa de sala en diferentes restaurantes, y en los últimos años fui sumiller en el restaurante Culuca de A Coruña, donde tiene una bodega extraordinaria con más de 300 referencias.

—Un mundo, el de la sumillería, mayoritariamente en manos de hombres.

—Cierto, pero en los últimos tiempos las mujeres hemos progresado muchísimo. Cada vez somos más, y sobre todo mejor posicionadas. Durante mi carrera sufrí algún que otro comentario fuera de lugar, pero la hostelería en sí ya conlleva esas cosas, así que la opción es tirar de profesionalidad. Creo que las mujeres siempre tienen que demostrar más, y en este sector no es diferente.

—Galicia y vino. ¿En qué momento estamos?

—Se puede decir que Galicia está de moda en el mundo del vino. Estamos en un gran momento, y lo que se busca ahora mismo a la hora de escoger una botella o una copa es la frescura, ligereza y elegancia, y en eso somos los mejores!

—¿Hay buenos y malos caldos?

—Soy de las que dice que no hay un vino malo, y también que elegir un vino o una zona en concreto es un tanto complicado a la hora de expresar el mejor vino o cual prefieres. Existe un tipo de vino para cada ocasión, para cada compañía y para cada momento del día.

—¿La cultura del vino en nuestra comunidad es una realidad?

—Yo creo que en Galicia se bebe mejor, y que existen más conocimientos. Los comensales tienen hambre de conocimiento y el vino es una gran fuente para calmarla.

—¿Qué cualidades tiene que reunir un sumiller?

—Creo que debemos ser más cercanos y empáticos con el comensal, ya que este mundo está teñido por una bruma de esnobismo que los propios profesionales del sector crearon, y es un craso error. Además a la hora de hacer una recomendación debemos tener en cuenta lo que quiere el cliente que tenemos delante, en ningún momento nos está sometiendo a un examen ni a una prueba, lo que busca simplemente es que quiere ser sorprendido por una elección de vino en mesa.

«Ganamos la tercera edición de la batalla de sumilleres en el Fórum Gastronómico»

Cercanía, empatía, saber escuchar y esforzarse en la transmisión de la pasión por el oficio son, para Fani Rodríguez Alves, aspectos fundamentales para ser un buen sumiller. Condiciones por las que apuestan desde la Asociación Gallega de Sumilleres (Agasu), de la que es secretaria, y a la que están dando una vuelta «para tener más peso y realizar muchas más actividades». Un ejercicio en el que realizaron el Concurso al Mejor Sumiller Gallego, una subasta en Madrid a favor de los damnificados por la dana de Valencia, y actualmente con un concurso de cata en marcha con participación de gente en Galicia y Madrid.

Fani Rodríguez está inmersa desde hace menos de un mes en un nuevo proyecto en Coruña; un bar especializado en ostras, con más de seis variedades diferentes y rotaciones mensuales para ofrecer una mayor diversidad de producto. «Tenemos una carta completa con ostras, pero también embutidos, quesos y conservas. Es algo distinto, y ya hemos creado la idea del tardeo con vinos, trabajando de jueves a domingo en un horario ininterrumpido de 12 de la mañana a 11 de la noche, y está teniendo muy buena acogida». Pero la actividad profesional de esta lalinense también se expande al terreno de la docencia, impartiendo clases para la Galicia Wine Academy en Coruña y Santiago de diferentes cursos sobre elaboración de vinos, diferentes tipos de uvas y países productores. Además participa en eventos y ferias, ahí están los Trezeluces en A Coruña, Raizames o el hacerse junto a su compañero Pablo Fieira con el premio en la batalla de sumilleres, que se celebró en el Fórum Gastronómico de A Coruña en su tercera edición. Su siguiente paso; «especializarme más y trabajar para una bodega». El futuro lo dirá.