
El técnico alemán, que ha hecho de su talante una de sus virtudes, logra con su segundo título en el Barça el pleno de trofeos en las finales que dirigió
27 abr 2025 . Actualizado a las 10:09 h.El undécimo título como técnico de Hansi Flick (Heidelberg, 1965) refuerza su papel como protagonista de aquella célebre sentencia de Di Stéfano. «La finales no se juegan, se ganan». Flick ha estado en siete y las ha ganado todas. Las últimas dos con el Barcelona y ambas ante el Madrid. Cuando lo firmó por dos años, en una oficina del Camp Nou, en el contrato de Flick se incluyeron dos millones en variables como primas por trofeos, como añadido a los tres netos por temporada. «Siento el hambre de este vestuario por ganar títulos». El Barcelona le ha ofrecido ya ampliar y mejorar ese acuerdo. En ese vestuario, Flick achaca gran parte de su éxito, que le ha llevado con el Bayern a ser el único técnico europeo junto a Guardiola en ganar un sextete, a su talante conciliador.
Cuando colgó las botas, con 28 años, tras una grave lesión en los ligamentos cruzados que le dejó como secuela una leve cojera, Flick montó una tienda de deportes en su pueblo, junto a Silke, su pareja desde la adolescencia, cuando él tenía 18 y ella 15. Esa tienda, que cerró en el 2017, tuvo que ver con la primera vez que Flick pisó el Camp Nou hace dos décadas. Nike lo invitó como propietario de una de los establecimientos que más vendía en Alemania. Presenció un Barcelona-Getafe. Confesó luego que ese día, en la grada, fantaseó con que algún día entrenaría al Barcelona.
Su hija lo ha contado alguna vez: a Hansi le gustaba mucho el trato con el cliente y allí desarrolló sus habilidades sociales. Recuperó a Raphinha para una causa que ya no sentía propia. «Me iba del club, él me convenció. Me cambió la carrera», reveló el brasileño. «¿Que si grita? No, que va. Pero cuando habla es muy claro», lo describió Rüdiger. Antes de la final, las televisiones airearon el desplante de Ferran Torres, que le negó la mano a Flick tras ser sustituido ante el Celta. «Me encanta hablar las cosas con los jugadores. Podría decirles: ‘Yo doy las órdenes y vosotros las acatáis’. Pero me gusta saber qué piensan. Creo que las cosas siempre salen mejor si el equipo está de acuerdo», reveló. Con la baja de Lewandowski, Ferran fue titular en la final. Marcó, como lo había hecho en octavos, en cuartos y en la semifinal. Y acercó a Flick al pleno.