Los «moros contra Franco», la historia ignorada del antifascismo árabe
CULTURA

Una investigación desvela cómo se vivió la guerra civil española en la región
13 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La guerra civil española y sus repercusiones internacionales han sido analizadas ya desde tantos ángulos diversos que no es fácil que un libro abra nuevas perspectivas. Sin embargo, esto es lo que han conseguido el periodista Marc Almodóvar (Barcelona, 1984) y el historiador Andreu Rosés (Barcelona, 1984) en Moros contra Franco: el antifascismo y la guerra civil española en el mundo árabe, publicado recientemente por la editorial Verso.
La obra es fruto de un trabajo de investigación de más de doce años en los que Almodóvar y Rosés han indagado en archivos de numerosos lugares, desde Alejandría a Túnez, pasando por Moscú. Asimismo, han logrado entrevistar a muchos familiares de personas de estas regiones que combatieron a favor de la República. «Lo que más nos sorprendió, y más nos interesaba contar, es cómo la guerra civil española influyó en los vivos debates que experimentaban las sociedades árabes, ya en ebullición por la aparición de movimientos anticoloniales. En algunos casos, los debates eran más ricos que los que se vivían en algunos países europeos», comenta Rosés sentado en un café de Barcelona.
«Se suele considerar que el nacionalismo árabe simpatizaba con el fascismo, pero eso no es así. Es cierto que hubo algunos casos notorios, como el muftí de Jerusalén, pero la mayoría de movimientos nacionalistas se decantaron a favor de la República. En la región, hubo numerosas manifestaciones y actos de solidaridad con la República», tercia Almodóvar. Según ambos autores, los brutales métodos de conquista que empleó el Ejército de Mussolini en Abisinia (la actual Etiopía) y después en Libia abrieron los ojos a muchos árabes sobre la naturaleza del fascismo, que aún era más imperialista que las democracias occidentales.
Según la historiografía oficial, la cifra de voluntarios originarios de alguno de los países del mundo árabe que combatieron con las Brigadas Internacionales se cifra entre unos setecientos y mil. El libro recoge este dato sin disputarlo. «Nuestro objetivo no era hacer un nuevo recuento. Entre otras cosas, porque es muy difícil realizar una estimación precisa. Hay que tener en cuenta algunas identidades falsas recogidas en las fichas de las brigadas, algunos brigadistas que no vinieron directamente de sus países de origen, sino de las metrópolis, etcétera», detalla Almodóvar, que quiere precisar el concepto de moro que incluye el título: «Como se habló tanto de los moros de Franco, adoptamos el término de forma un poco provocativa. Pero en el libro incluimos perfiles e identidades muy diferentes, desde la comunidad española residente en Argelia, a los judíos comunistas de Palestina o los argelinos emigrados a París».
La obra se divide en capítulos que, en la mayoría de casos, coinciden con países. Y el capítulo más largo es, con mucho margen, el de Argelia. «La mayoría de los combatientes originarios del mundo árabe son argelinos. Las razones son diversas. Para empezar, la comunidad española en el este de Argel, y sobre todo en Orán, era muy numerosa, más que la francesa. La guerra provoca su división y movilización», sostiene Rosés. «Además, como Argelia no era un protectorado, sino una provincia más de Francia, hubo una mayor migración a la metrópolis. Y allí, en París, muchos se politizaron. De hecho, el primer movimiento independentista, la Etoile du Nord, nace allí. Y es que la represión policial no era tan fuerte como en Argelia», apostilla.
Moros contra Franco es un ensayo histórico más que una obra periodística sobre los combatientes originarios del ámbito árabe. «Las historias personales y motivaciones de los brigadistas del mundo árabe no son muy diferentes de las de los brigadistas de otras regiones, por eso no quisimos que fuera el centro del libro», arguye Almodóvar. No obstante, algunas historias personales sí son específicas de la región. Por ejemplo, varias autoridades coloniales facilitaron el viaje a España de activistas independentistas que les resultaban molestos. Y lo mismo hizo el Partido Comunista de Palestina con quienes no comulgaban con su política hostil al sionismo.
«Algunos personajes son fascinantes. Por ejemplo, el periodista palestino Najati Sidqui, enviado a Madrid por el Komintern para realizar labores de propaganda, el anarquista Sail, o el argelino Rabah Ossidhoum, que llegó a comandante. Pero más que de personajes, este es un libro de tramas, como un thriller», matiza un sonriente Rosés, quizás satisfecho por haber encontrado una buena línea de márketing.
«A los sublevados no les fue tan fácil como se piensa reclutar los 60.000 voluntarios del norte de Marruecos»
La noción de que el protectorado español en el norte de Marruecos desempeñó un papel decisivo para el devenir de la Guerra Civil no es nueva, sino que hay un consenso al respecto. Ahora bien, el libro incide en unos aspectos no tan conocidos de las dinámicas que allí se producían. «A Franco, reclutar a los 60.000 voluntarios del norte de Marruecos no le fue tan fácil como mucha gente cree. De hecho, entre los movimientos nacionalistas organizados, había una mayor simpatía ideológica por la República que por el fascismo», afirma Marc Almodóvar.
La tesis del libro es que los sublevados desarrollaron una estrategia en Marruecos mucho más astuta que las autoridades republicanas. «La República no trabajó bien la cuestión colonial ya incluso antes de la Guerra Civil. Y eso decepcionó a muchos nacionalistas, que esperaban que se posicionara a favor de la independencia», arguye Andreu Rosés, que subraya que todos los intentos para sublevar a la población local contra las autoridades franquistas fueron poco serios y terminaron en estrepitosos fracasos. Además, Francia no estaba por la labor, pues temía que una rebelión en el protectorado español incitara la revuelta en su propio protectorado del centro del país.
El libro cuenta con detalle la dramática historia de Abdelhaq Torres, que era el principal líder nacionalista del norte de Marruecos. Aunque Torres simpatizaba con la República, al estar radicado tanto él como su familia en territorio bajo control de los sublevados, sufrió serias advertencias e intimidaciones para que apoyara públicamente al bando nacional. Y, finalmente, lo acabó haciendo a regañadientes. Las amenazas era creíbles, pues numerosos líderes tribales que eran vistos como favorables a la República fueron asesinados.