Tino Amoedo: «Mis clientes no preguntan los precios porque saben que no los estafo»

OLEIROS

El propietario del mítico Calixto de Santa Cruz
El propietario del mítico Calixto de Santa Cruz MARCOS MÍGUEZ

Lleva al frente del histórico Calixto de Santa Cruz desde el 1996, cuando su padre le cedió el testigo

13 jul 2025 . Actualizado a las 18:35 h.

Es un templo. Uno de esos lugares que todo el mundo conoce, aunque la mayoría nunca haya entrado. Desde hace casi 60 años los manteles a cuadros del Calixto saludan a todos los que pasan por Santa Cruz. Al frente del negocio está Constante Amoedo Blanco, al que todos conocen como Tino. Son las siete de la tarde y charlamos en una mesa de su cotizada terraza. Hay una pizarra en la que anuncia que hay nécoras, lubrigante, cigalas, camarón, percebe, sardinas, lubina, merluza en salsa verde, rabo estofado, paletilla de cordero lechal y un montón de platos más. «Mis clientes no preguntan los precios porque saben que no los voy a estafar. El 90 % no piden la carta y solo me preguntan qué les recomiendo. Con lo que toman saben que ahorran en comparación con otros sitios. Esto es una casa de comidas que siempre busca una buena relación precio-calidad», apunta este profesional de 64 años que se las sabe todas. Me habla de los buenos consejos que le dieron a lo largo de su vida, como un jefe que le dijo: «Haga honor a su nombre, Constante, ese es el secreto del negocio». De hecho, no se planteó crecer y reconoce que no se sale del guion: «Sé el producto que tengo y a la cantidad de clientes que puedo atender. Cuando llego a un tope de reservas descuelgo el teléfono», reconoce.

Observar a la gente

Saluda a casi todos los que pasan por la acera de delante. «Vivo a unos pocos metros de aquí, ya son muchos años en la zona», apunta Tino, que se hizo cargo del local en 1996. Antes lo regentó su padre, aunque el fundador fue un hombre que ya tenía un restaurante en Pontevedra que funcionaba muy bien y que se llamaba Calixto. «Mi abuelo trabajó con él y mi padre, que era peculiar, cuando hizo la mili en Marín, también iba a echar una mano allí», relata. De ahí nació el contacto con el fundador. A Tino le gusta contar historias y también le encanta hablar de su trabajo, de su vida. «El secreto es observar a la gente. Estás aprendiendo siempre», asegura este hombre que se formó en El Refugio, A la Brasa, en el Mesón de Alberto de Lugo o en un restaurante de tres tenedores que había en el Gran Hotel de Lugo. «Me echaron muchas broncas», recuerda.

 Caza, peces y manzanas asadas

Su mujer, Yolanda Garrido, está en la cocina y es una experta elaborando platos a la plancha. «Yo soy camarero, pero también cocino. A la siete voy a la lonja y el marisco lo cuezo yo. También me encargo de los platos de caza en invierno. Hago perdices, jabalí... Cuando se marchan los clientes del mediodía me encierro en la cocina yo solo, me enciendo un habano, conecto el extractor para que no huela a humo, y me paso horas preparando la caza, que dejo reposar hasta el día siguiente para que esté perfecta», confiesa. Yolanda también se encarga de los postres, aunque hay uno que le gusta cocinar a Tino, las manzanas asadas al Pedro Ximénez con naranja amarga que, dice, vende «como rosquillas». Me cuenta la historia de cómo descubrió esta combinación, pero me quedo sin espacio. Pero si hay algo que destaca en el Calixto son los mariscos y pescados. «Hoy mismo vendimos unos 20 kilos de pescado. La gente lo pide mucho a la espalda, pero lo preparamos de distintas maneras. Salieron unos seis bogavantes, el más pequeño de kilo trescientos, y cinco kilos de cigalas. Es un negocio complejo porque tienes que estar sobrecargado de producto de alto coste. Además de pescados y mariscos la paletilla de cordero o el rabo de toro estofado que tenemos todo el año cuentan con clientela fija», informa mientras me enseña las entrañas del Calixto, que se prepara para recibir a los que vienen a cenar. «Afortunadamente cada vez se acaba antes. A las once y pico cierro y me voy a dormir, que hay que madrugar», asegura Tino, que parece que tiene cuerda para rato.