Antonio Amor: «Ni el comercio ni los clientes son lo que eran, los tiempos han cambiado»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

La joyería Amor cierra sus puertas tras 140 años de actividad en la calle coruñesa de San Nicolás

15 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A Coruña pierde a la decana de las joyerías de la ciudad. La Joyería Amor, un clásico de la calle San Nicolás, una auténtica alhaja de nuestro comercio, cierra sus puertas tras 140 años de atención al público. Antonio Amor, Tonecho (A Coruña, 1960), es la cuarta generación de joyeros al frente de este establecimiento histórico. Pero ya no habrá una quinta que continúe con el negocio.

—¿Cuál es la fecha exacta de cierre?

—Se cierra definitivamente al público el día 20. Eso nos deja diez días después, hasta el 30, para recoger todo, inventariar, limpiarlo todo y dejar el local presentable para el que venga detrás. Ahora estamos liquidando, que no es que quede mucho, porque afortunadamente se fue vendiendo.

—¿Qué los lleva a cerrar un negocio con tanta historia?

—Pues es muy sencillo: falta de relevo generacional. No hay nadie que quiera continuar con el trabajo y yo me retiro. Nada más que eso, es lo que toca. Los tiempos han cambiado, el comercio ya no es lo que era. Y los clientes, tampoco. Hemos cambiado mucho a la hora de consumir.

—¿En qué sentido hemos cambiado?

—Antes había una o varias joyerías en cada barrio, pero ahora ya no da para todos. Han sobrevivido los que más potencia tienen, y el resto tienen que cerrar. Si te fijas, en la calle Real mismo, hace años había ópticas, zapaterías y joyerías a barrer. Y ahora, quedan las que quedan. Y a ver lo que aguantan. Mira, sin ir más lejos, en Bailén acaba de cerrar otro clásico, Lázaro Ópticos. Que era como nosotros, tenía más de cien años.

—¿Por qué sucede esto?

—Cuestión de preferencias. Ahora preferimos irnos al spa o viajar a Canarias antes que comprar un reloj o una cadena de oro, que además luego no te la pones por si te la roban.

—Pero el reloj o la cadena perduran, van pasando de padres a hijos...

—Pero es que tampoco los hijos quieren que les dejes esa cadena de oro. De hecho, si se la regalas, no tardará mucho en venderla. Y ya no te digo que se case y le regales un marco o una jarra de plata... ¡Va a limpiar plata tu madre! [ríe] Todas esas cosas se murieron porque los hábitos son otros. Los jóvenes tienen otras querencias distintas. Son ciclos, es ley de vida. Pero tampoco hay que llevarse las manos a la cabeza. Es lo que toca.

—¿Este cambio de ciclo afecta solo a las joyerías o al comercio en general?

—Puedes aplicarlo a cualquier tipo de comercio tradicional. El problema es que falta relevo generacional y que ni siquiera hay aspiración a perdurar. Se abren muchas tiendas nuevas, pero se acaban las ganas o el dinero, e igual que abrieron, cierran. Que esa es otra, antes los bancos no es que fueran de la familia, pero había confianza. Eso te animaba a arriesgar. Y a eso súmale la burocracia, que es una risa abrir un negocio ahora. No sabes la de papeles que hay que mover. Y eso desanima, es mejor quedarse en casa.

—¿Quién fundó Joyería Amor?

—Mi bisabuelo, Manuel Amor, pero no la abrió como joyería, sino como casa de cambio de moneda. Esto era puerto de emigración y la gente iba a cambiar el dinero según el país al que fuera o a vender sus joyas para tener dinero para ir a Venezuela, Argentina, Cuba... Ahí empezó mi bisabuelo a acumular joyas y decidió ponerlas a la venta. Así nació la joyería. Mi abuelo ya se formó como joyero. De hecho fue a Cuba a estudiar. Y cuando volvió se montó el taller, se empezaron a hacer joyas propias o por encargo... Era la época gloriosa en la que se presumía del oro, la plata y las joyas particulares. Llegamos a tener seis joyerías: en Rúa Nueva, plaza de Vigo, en el centro comercial de Cuatro Caminos y en el de Elviña, además de las dos de San Nicolás: la joyería y la que se dedicó a bisutería. La crisis fue llevándoselas por delante.

—¿Cómo están viviendo los clientes esta despedida?

—Hay de todo. Clientes de toda la vida se cuentan con los dedos de una mano. Pero quedan algunos con los que terminas haciendo psicología y te van contando historias de mi abuela... A mi bisabuelo ya no llega nadie, pero a mis abuelos, sí. Muchos están viniendo a despedirse, gente con cierta edad que nos dice que le contó su hijo que cerrábamos. Está siendo muy emotivo.

«Seguiré yendo al desierto y haciendo rutas de 4x4 hasta que ya no pueda conducir»

Lo de Tonecho Amor con el todoterreno es más que pasión. Campeón de España de Rallies TT, participó en el París Dakar media decena de veces, tiene un empresa con la que organiza rutas de aventura por la costa gallega y un par de veces al año se baja hasta Marruecos con la organización del Raid Clásicos del Atlas.

—No lo veo yo a usted de jubilado, paseando con las manos en la espalda... ¿Qué planes tiene?

—Bueno, a ver... Ya veremos. Hay alguna opción, pero por ahora voy a respirar un poco y organizar todo lo que queda, que no es poco. Eso sí, a lo mejor te estoy llamando en un par de semanas para contarte novedades [ríe].

—¿Me llamará desde Marruecos mientras cruza el desierto en un 4x4?

—¡Es más que posible! Eso no lo dejo. Sigo con mi empresa, Greloland, con mis excursiones, llevando a la gente y yendo al desierto. Eso va a seguir hasta que ya no pueda conducir. Ya no es que me dé para vivir o no, es lo que disfruto con esto. Además, lo que hacemos con la empresa es una manera de presumir de lo que tenemos, y eso siempre es bonito.

—Cuénteme cómo son esas rutas que organizan con Greloland.

—Hacemos rutas de dos, cuatro y hasta ocho horas por la Costa da Morte y por nuestra zona. En una salimos de A Coruña hasta Malpica, en otra hasta Laxe, o hasta Fisterra... Todo depende de las horas que quiera el cliente. Tenemos incluso una cercana, por aquí por A Coruña, que es una preciosidad. Vamos por la antigua vía del tren A Coruña-Madrid, que está abandonada, pero es transitable. Y gracias a que ahora está precioso el parque de San Pedro hay muchísimos turistas que nos piden que acabemos la ruta allí.