Pitusa Vaamonde, animadora social: «El humor es fundamental, es la vitamina de la vida»
ARTEIXO
Con su sonrisa por bandera, se jubila dejando una huella imborrable en la animación sociocultural de Arteixo
13 nov 2025 . Actualizado a las 09:23 h.Después de más de cuatro décadas dedicada a la animación sociocultural, Pitusa Vaamonde Romero (Malpica, 1959) acaba de jubilarse. Pionera en su campo, impulsó en Arteixo programas de alfabetización, corales, grupos de carnaval, talleres intergeneracionales...
—Me advirtieron de que es imposible hablar con usted sin reírse.
—¡Es que no entiendo la vida sin humor! [Ríe]. Con el humor se puede hacer casi de todo. Me parece algo básico tanto para el trabajo como para el día a día. Es fundamental, es la vitamina de la vida.
—¿Tiene algún truco para sacar una sonrisa a todo el que se cruza con usted?
—Tenerla puesta siempre (ríe). Es algo que mi madre nos enseñó a mi hermano y a mí. Chemi fue un pilar en nuestro trabajo con los mayores y, además, fundamental en mi vida. Si me veía seria, me hacía una mueca para que cambiara la cara. Crecimos viendo a mi madre sonreír. Ella fue una pionera de la animación sociocultural. Convertía nuestro comedor en un pequeño centro sociocultural cuando en Curtis, donde vivíamos, casi no había televisiones. ¡Las líneas de expresión que tengo en la cara me las he ganado a pulso!
—¿Cree que se valora lo suficiente la animación sociocultural?
—Quienes estudian Educación Social la valoran, pero a veces se entiende la animación como un producto de consumo, y eso no me gusta. Además, hay un convenio muy pobre que no ayuda a dignificar la profesión. Falta reconocer el esfuerzo, la sensibilidad y la enseñanza que hay detrás de cada proyecto.
—¿Cuál ha sido su mayor satisfacción profesional?
—Una campaña de alfabetización que hicimos en Arteixo hace 36 años. Ni te imaginas la cantidad de gente que no sabía leer ni escribir. Enseñarles fue un orgullo inmenso.
—Impulsó proyectos muy diversos.
—Muchísimos. En la feria histórica montamos un grupo intergeneracional con abuelos, padres y niños. Nos lo pasamos genial con ayuda del colectivo Melandrainas. En este trabajo íbamos más allá del horario: los sábados por la mañana estábamos ahí, porque era cuando los niños no tenían clase y las abuelas se unían después de dejar la comida lista. Todo para que los proyectos saliesen adelante.
—Y en carnaval, eran imparables.
—Montamos un grupo con la asociación de pensionistas y jubilados de Arteixo y llegamos a ganar el segundo premio de comparsas en A Coruña vestidos de cafeteros. La canción era una crítica a la pobreza y un canto a la igualdad. En Cambre casi siempre ganábamos algo. Éramos muy creativos y disfrutábamos muchísimo.
—¿Deja un legado en Arteixo?
—Más que legado, que me parece un poco soberbio, quiero pensar que he podido aportar mi granito de arena. El programa Cultiva o teu lecer, por ejemplo, nació con nosotros y sigue vivo, lleno de actividades. Ojalá esas bases que establecimos sirvan para caminar hacia un futuro más intercultural y respetuoso, porque el civismo y el respeto tienen que ir de la mano.
—Y justo antes de jubilarse le llegó el Premio a las Buenas Prácticas. ¿Qué supuso para usted?
—Ya solo por el nombre me parece el premio más chulo que pueden darte. Y compartirlo con mi hermano Chemi (a título póstumo) lo hace aún más especial.