Agustín Pérez: «A la gente le sorprende que el cura sea viudo y con dos hijos»

A CORUÑA

Agustín Pérez Mosquera, padre de dos hijos, es profesor de religión y diácono desde que enviudó en parroquias de Oleiros (A Coruña)
Agustín Pérez Mosquera, padre de dos hijos, es profesor de religión y diácono desde que enviudó en parroquias de Oleiros (A Coruña) CÉSAR QUIAN

Años después de morir su mujer, es diácono en una parroquia de Oleiros

20 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Iba para dominico y acabó diácono. Entre medias se casó con Malús, que era profesora como él, y tuvieron dos hijos. Hace seis años ella falleció y a los pocos días habló con un amigo, el párroco de Santa Eulalia de Liáns José Carlos Alonso, que le propuso convertirse en diácono. «Le dije sí, pero que tenía que hablar con mis hijos. Ellos me dijeron que si yo era feliz, ellos también. Ya tenía la formación y fue fácil. Resumiendo, se puede decir que menos confesar y consagrar puedo hacer de todo. Soy el nivel básico de la Iglesia: está el obispo, el cura y los diáconos, que los hay casados y solteros, pero viudos creo que yo solo. Ya no me puedo volver a casar porque adquirí el compromiso del celibato», informa Agustín Pérez Mosquera, de 64 años y dos hijos de 26 y 23. «A la gente le sorprende que el cura sea viudo y con hijos, pero ahora ya es una situación normalizada. En las primeras celebraciones explicaba las razones por las que utilizaba para la comunión formas ya consagradas, porque alguna persona comentaba que al cura se le había olvidado algo. Pero ahora ya no. Me encantan los niños de siempre y en los bautizos, si las familias están de acuerdo, los cojo en el colo y los ofrezco a la Virgen, les digo que no se preocupen porque crie dos hijos y tengo experiencia. Algunos incluso comentan “vaya cura moderno”», relata. Charlamos a las cuatro y media de la tarde en el Central Park de la plaza de Vigo, justo al lado de la calle Pintor Joaquín Vaamonde, donde nació en un sexto piso sin ascensor. «Pero soy de Os Mallos. Mi padre tenía una chapistería y cuando éramos pequeños, mi hermano y yo pensábamos continuar con el negocio, pero ya ves», recuerda.

Lleva dando clases en el IES Manuel Murguía de Arteixo 33 años y antes lo hizo en otros centros. Es psicólogo, profesor de religión y coordinador de convivencia y bienestar emocional. «Estoy más acostumbrado a hacer entrevistas a que me las hagan», asegura. Lleva 40 años como docente porque empezó en 1985 en la Academia Roma, que estaba encima de la joyería Romeu de la calle Real y donde también daba clases la que poco después se convirtió en su mujer. Estudió en los Dominicos y reconoce que siempre tuvo interés por lo religioso. «Cursé teología para el laicado en el Hogar de Santa Margarita. Hubo un momento en que me planteé ser dominico. Dediqué un tiempo a reflexionar y decidí ser psicólogo y un laico comprometido. Tengo espíritu de servicio y estoy acostumbrado a comprometerme con las cosas y las causas», sentencia.

Sin tiempo libre

Lo noto un poco inquieto. De vez en cuando mira el reloj. Me cuenta que a las seis tiene funeral y entierro en Liáns, a las siete misa, y a las ocho charla cuaresmal. «No tengo tiempo libre entre las clases, la parroquia y las tareas de casa, porque soy amo de casa y plancho, cocino y friego a diario. Cuando tengo un hueco, leo y estudio, y siempre busco un tiempo para estar con mi hermano Ángel. Ya antes lo hacía, pero desde que falleció nuestra madre está siendo importante en mi vida», confiesa. Dice que tiene «mala salud, una mala salud de hierro fruto de tantos años de trabajo. Reconozco que trabajé como un animal durante mucho tiempo, unas 60 o 70 horas semanales repartidas entre varios centros educativos. Era lo que tocaba», relata. Por fin, al final, se suelta un poco y reconoce algún vicio confesable. «Fumo puritos (cuando salimos de la cafetería enciende uno) y me gustan los relojes y las plumas. Acabo de comprar este bolígrafo, el original Astronauta de Fisher que tiene tinta presurizada y puedes escribir en el espacio o debajo del mar. También me gusta el bricolaje y me encantaría cogerme unas vacaciones, que nunca tuve, y poder ir a pescar», asegura sonriente el diácono que presta servicio en parroquias de Oleiros.