Laxe le rindió al mar su homenaje más sentido con el Naufraxio

Melissa Rodríguez
MELISSA Rodríguez LAXE / LA VOZ

LAXE

Miles de personas siguieron con emoción la escenificación a los pies de la Virxe do Carme

17 ago 2025 . Actualizado a las 23:12 h.

El 17 de agosto está marcado en letras mayúsculas en Laxe, donde desde 1962 se celebra el Naufraxio. La 63.ª edición cayó a domingo y los devotos a esta Festa de Interés Turístico de Galicia abarrotaron la localidad.

Pasaba de las dos menos cuarto de la tarde cuando dio comienzo el espectáculo. Un silencio sepulcral al inicio de la escenificación hizo poner la piel de gallina a más de uno.

Once marineros con sus trajes impermeables navegaban por el puerto cuando naufragaron. Lanzaron dos bengalas y no les quedó más remedio que nadar para tratar de ponerse a salvo. Un compañero, Manuel Suena, les fue tirando el aro salvavidas. Nada más pisar tierra, uno a uno, exhaustos, fueron de rodillas a besar a la Virxe do Carme, como muestra de agradecimiento por lograr sobrevivir. Una imponente talla que, instantes antes, se coronó por vez primera. Por tanto, la emoción incluso fue mayor.

BASILIO BELLO

El marinero y percebeiro Rubén Lema desempeñó este año el papel de ahogado. El inicio de una nueva etapa laboral en este oficio o la muerte reciente de un familiar seguro que influyeron en su decisión de asumir esta tarea. Cuatro marineros lo sacaron del agua, boca abajo, ya sin vida. Lo postraron ante la santa, que a los segundos obró el milagro y lo resucitó. La mirada de Rubén era de veneración.

Acto seguido, hubo una gran ovación con aplausos y cánticos de «¡viva la Virgen del Carmen!, ¡viva!». Ramón Charlín, uno de los armadores del Nuevo Narval, el barco que después llevó a la imagen y los náufragos en la procesión marítima, era el que llevaba la voz cantante. Todo el mundo se sumó para cantar la Salve Marinera.

Una veintena de embarcaciones engalanadas y con mucha animación enfilaron primero hacia la playa, para luego adentrarse en la ría y regresar al punto de partida, en la rampa de la lonja. El termómetro marcaba los 21 grados, si bien la sensación era de un calor asfixiante. Con el sol encima del propio simulacro, incluso hubo quien sufrió un golpe de calor. Los náufragos devolvieron la talla a la iglesia de Santa María da Atalaia.

El marinero y percebeiro Manuel Suena contaba que el Naufraxio «é unha tradición» en la villa. De hecho, él participa «para que non se perda». Ya suma experiencia en este sentido. Tiene 53 años.

BASILIO BELLO

José Manuel Charlín, armador del Nuevo Narval, explicaba que para su familia le supone «un orgullo moi grande» portar la imagen de la virgen: «O Naufraxio é moi natural porque no mar sempre hai sustos. Vivímolo porque é a nosa patroa». Su hermano Ramón hablaba de «fe» y de disfrutar «o momento».

El estado del mar era inmejorable, por lo que fueron muchos los que acompañaron en la ofrenda floral.