Cuando uno piensa en escaparse en Semana Santa, surgen las dudas de siempre: ¿Y si llueve? ¿Y si no acompaña el tiempo?
En la Costa da Morte, desde A Laracha a Carnota, no importa tanto si el sol se asoma o si las nubes deciden quedarse. Aquí, cada instante se vive con intensidad. Y, quién sabe… quizá ni llueva.
O quizá sí que lo haga, pero eso no impide disfrutar de lo que este rincón ofrece con generosidad: paisajes salvajes, gastronomía con raíces, y experiencias únicas que van más allá del clima.
Desde la red de alojamientos de la Asociación Camiño do Solpor esperan al visitante casas rurales con encanto y experiencias gourmet, espacios de bienestar con prácticas de salud natural, hoteles literarios, faros con alma, y albergues acogedores para los que caminan con mochila o corazón peregrino. Todos ellos comprometidos con un turismo de calidad, donde la hospitalidad es bandera.
Puede uno vivir la magia de la cascada de O Ézaro, única en Europa por su caída directa al mar, descubriéndola a pie o en una ruta en kayak con nuestras empresas asociadas. Sorprenderse con el majestuoso hórreo de Carnota, símbolo de nuestra arquitectura rural, y sumergirse en la tradición en la Mostra de Artesanía del castillo de Vimianzo, donde el lino, el encaje y el arte de nuestras manos siguen latiendo.
En la Costa da Morte puede uno también recorrer los mercados locales, saborear el producto del mar en nuestras tabernas y restaurantes, y contemplar cómo la tradición revive en la procesión de Fisterra, cuando el fin del mundo se llena de devoción y belleza.
Porque la Costa da Morte no es solo un destino, es una forma de vivir, de compartir autenticidad, de saborear lo pequeño y lo grande a la vez. Y esta Semana Santa, aunque el cielo titubee, este territorio estará más vivo que nunca, esperando bajo un paraguas… o quizás bajo el sol.
¿Y si al final hace buen tiempo? O mejor aún… ¿y si el mejor recuerdo no depende del tiempo?
Jesús Picallo es Presidente de la Asociación Camiño do Solpor.