Adiós al gimnasio de los Crespo Vaquero, hasta pronto a su legado en el Squash

AROUSA

La familia del maestro de cientos de judokas de Vilagarcía, Pontevedra y Marín baja la verja, pero ya hay un grupo de ex alumnos y clientes interesados en dar continuidad al proyecto
05 jul 2025 . Actualizado a las 21:20 h.Hay negocios que nunca deberían tener un final, para no obligar a escribir la palabra fin a los sueños materializados entre sus paredes por quienes ponen el alma en ellos. El Gimnasio Squash Vilagarcía es el perfecto ejemplo. El pasado martes, 1 de julio, María José Crespo Vaquero dejaba de abrir la puerta que desde hacía 38 años mezclaba las funciones de un local tipo del sector con la pasión de su padre, José Ángel Crespo: el judo, deporte del que se convirtió en uno de sus grandes apóstoles en la provincia de Pontevedra tras su decisión de emigrar de Euskadi a Galicia en los años ochenta.
«Ha llegado la hora de dejar esto», dice con auténtico dolor de corazón José Ángel. En su caso y en el de su mujer, Guadalupe, empujados por la edad a una más que merecida jubilación. La hora, no obstante, la fijó hace ya tiempo María José, la única de sus cuatro hijos que continuaba al pie del cañón trabajando en un gimnasio en el que también habían arrimado la vida sus tres hermanos mayores, Daniel, Jorge y Ana Mari.
«Yo tengo 44 años y llevaba trabajando en el gimnasio desde los 16. Jorge, el último de mis hermanos que había buscado otra cosa, se fue hace 16 años», cuenta María José. Con su padre retirado hace ya un tiempo —hoy tiene 72 años— «tenía claro que cuando se jubilasen los dos y estuviesen todas las máquinas pagadas, dejarlo». Hace seis meses les comunicó a los alrededor de 350 usuarios y deportistas del Squash que el 1 de julio echaba el cerrojo. Y es que, como sus hermanos, María José quiere buscar su propio camino. En su caso, lanzándose a la aventura, dice, en la tierra de su padre, Euskadi, con la convicción de haber honrado el sueño de su progenitor tras entregar su vida a asumir progresivamente la gestión del negocio mientras impartía clases de todo tipo, desde aeróbic, step y spinning, hasta zumba en las paredes del mismo local que los Crespo Vaquero abrían en el año 1987 en el barrio vilagarciano de As Pistas, y en donde sus cuatro hijos «hacíamos toda nuestra vida», recuerda la más joven.

«Es una pena, porque llevo toda la vida en esto, desde los 15 años», declaraba ayer José Ángel Crespo. El vasco-gallego habla de «comienzos duros», pero también de la mucha ayuda que se encontró desde el principio de mucha gente, incluyendo «clientes que ya son amigos». Recuerda el prólogo de Pontevedra y su primera escuela en el Estadio de La Juventud, el trabajo codo con codo con Vicente Mera para sembrar el judo en la capital de la provincia y en Marín, donde continuó trabajando un tiempo tras su mudanza a Vilagarcía, y cómo varios de sus exalumnos fueron haciendo crecer el judo con sus propias escuelas.
Es por eso que Crespo no pudo evitar la emoción ante la sorpresa que cerca de un centenar de expupilos y clientes, pasados y presentes, les dieron a su familia y a él el lunes al término de la última clase del Squash. Un fin escrito con bombones, flores y regalos a José Ángel, a Guadalupe y a María José. Con padres e hijos en el mismo lugar en el que algunos de los primeros se conocieron formando las familias que hoy son.
La mayor preocupación de Crespo era dar continuidad al ciento largo de judokas que se entrenaban en su gimnasio. Y eso, más allá del acuerdo con el J.C. Pontevedra, confía en poder verlo hecho realidad en otoño, con dos exalumnos y un cliente interesados en coger el traspaso del gimnasio y su escuela manteniendo el nombre de Squash, dando continuidad al legado de un sueño.