Después de las dudas iniciales, al Obra se le ha puesto cara de candidato al ascenso. De haber perdido en las canchas de Gipuzkoa y Estudiantes la historia sería otra, pero la tostada cayó con la mantequilla para arriba y dispuso de dos bolas extra para terminar de armarse como equipo. En las últimas jornadas se mostró solvente atrás, dinámico delante y, por profundidad de plantilla, capaz de rotar sin que se resienta la calidad del quinteto en pista.
A la solvencia defensiva se le hizo duro levantarse esta mañana. El partido se inició con Bombino haciendo daño en la pintura y los cortes de los exteriores rompiendo las ayudas locales. El Obra, sin acusar la segunda falta de Leo en apenas un minuto, respondió con el acierto de Barcello, bien secundado por Andersson, Galán, Kravic y Brito. Los ataques se imponían a las defensas (si es que las hubo) y el rebote ofensivo (8 el Obra, 3 Palma) permitió que el Obra se mantuviese por delante toda la primera parte, aunque con escasas ventajas. 52-47 al descanso.
El tercer cuarto siguió por los mismos derroteros. Palma no defendió mejor, pero sí más duro. Enseguida entró en bonus, pero logró que el Obra perdiese fluidez. Brian Vázquez, desde el triple, puso por primera vez a los visitantes por delante y enfadó a la grada con la defensa local. El cuarto terminó con un pique entre Barrueta y Vázquez que desquició a ambos y Lundqsvist devolviendo los cinco puntos de ventaja a los locales, 76-71.
El último cuarto Epi cambió la fisonomía del quinteto. Sacrificó el acierto de Barcello y el «por si mete» de Barrueta y apostó por la agresividad defensiva de Quintela y Brito. Los dos teóricos exteriores suplentes frenaron el acierto balear sin que el ataque local se resintiese. Westermann, con poca continuidad por culpa de las faltas personales, jugó sus mejores minutos y el alero portugués, el gran ganador del pique entre Barrueta y Vázquez, demostró que también tiene puntos en sus manos.