
España arde. Los políticos se insultan ardientemente. La guerra sigue ocupando las noticias en oriente y occidente de nuestra civilización...en decadencia. Las pateras traen parias que huyen del hambre. El mandamás del estropajo en la cabeza sigue sorprendiendo con bravatas arancelarias desde el despacho oval. Parece que no hemos aprendido nada de lo que nos dejó el gran John Lennon "Jive Peace a Chance" -Da una oportunidad a la paz-
Temperaturas extremas. Sed y abanicos. Menos mal que siempre nos queda la Galicia Cantábrica, el Reino de la Lluvia que describió Álvaro Cunqueiro. Esa hermosa ciudad de Mondoñedo que se despierta con los sonidos de la Ronda y la Paula mientras las sombras del peregrino caminan desde la Alameda por la calle del Obispo Sarmiento. O la otra joya. Viveiro. Mi querida Vila do Landro con su hospitalario casco histórico en plenas fiestas dedicadas a San Roque; desde el Asador de Enrique hasta esos barriles de mi amigo Jorge perteneciente a la extirpe de los Nachos.
Feria del libro en los jardines que recuerdan al gran Antón Noriega Varela. Nace una obra excepcional. El libro San Roque, a peste, a cólera e outras enfermidades. A orixe das festas patronais de Viveiro. Otro regalo más fruto del impagable trabajo de mi amigo-hermano Carlos Nuevo Cal. La generosidad sumada a la rigurosidad del Cronista Oficial, con prólogo de otro incondicional humanista, autor de ese espacio "un mar de cultura" Vicente Míguez. ¡Qué lujo!. A estas gentes que siembran conocimiento para la posteridad no les afectan los miserables y sus miserias. Ellos a lo suyo. Como dijo Cándido Rey Camba, "traballar e producir" y lo que se deja escrito podrá ser leído con el paso de los años, esperemos que para tiempos mejores.
Y coincidiendo con ese lujo que es la cultura y sus paladines, otro lujo. Ser una hermosa ciudad horizontal desde el Eo hasta el Sor, con paradas en San Martiño y Sargadelos, con el recuerdo de Xosé Vizoso, con una puesta de sol desde San Tirso de Portocelo o un baño en Esteiro para luego degustar una cerveza en Los Faroles. Pues en esas estaba cuando sufro un cuadro de Abdomen Agudo. El sábado de Maruxaina, San Lorenzo y Mercado Medieval de nuestra ciudad satélite del Vaticano dónde asienta el estudio de Juan Puchades.
Acudo como un paciente más atenazado por el dolor y como viejo galeno haciendo diagnósticos diferenciales en mi cabeza. El hospital de A Mariña es como un faro que siempre está ahí. Es nuestro vigía perenne para el derecho a la salud. Lo valoramos más cuando la enfermedad nos obliga a demandar su asistencia.
Allí están nuestros sanitarios. Son mujeres y hombres dispuestos a recibirnos. Triaje por una dama enfermera. Ingreso en un box de urgencia. Casi al mismo tiempo exploración por un compañero facultativo y toma de una vía por la enfermería. Comienza el ritual protocolario fruto de la buena praxis. Estoy en casa. Soy un viejo hospitalero y conozco estas queridas empresas públicas que nacen con los cuidados del Camino a Compostela. Horas de atención para diagnóstico certero y tratamiento causal. ¡Qué suerte tenemos!. Vivimos en las cercanías de un magnífico hospital. No me cansaré de repetirlo y recordárselo a mis gentes. Esta es la empresa más importante del TERRITORIO norte Cantábrico Galaico.
Tras horas de cuidados salvo la piel y desaparece el insoportable dolor. Regreso a mi puerto. La noche está alumbrada por el faro de Punta Atalaya. Y por la impagable guardia permanente de mis compañeros de profesión y aptitud. ¡Gracias por ser y estar, aunque el país sufra las llamas!