Jenny vive en el mismo edificio que su suegra y la adora: «Nunca nos enfadamos, somos como nai e filla»

YES

Las suegras tienen la fama de ser las malas de la película. Y la relación con las nueras y viceversa suele estar en tela de juicio. Pero estas malpicanas cambian el patrón: «Gústanos estar xuntas», dicen
14 jul 2025 . Actualizado a las 21:44 h.Son uña y carne. Cualquiera lo diría por el simple hecho de que son nuera y suegra. Que la relación entre estos dos miembros de la familia resulte complicada no es nada nuevo. Hasta el ChatGPT reconoce que es común que haya tensiones entre las dos figuras. Pero Jennifer Pérez Pardo y María Luz Carolina Chouciño Tasende, de la localidad coruñesa de Malpica de Bergantiños, son la excepción. Tienen 31 y 64 años y funcionan mejor juntas que por separado.
Ambas son del barrio de A Atalaia, y el destino quiso que pasasen a ser algo más que vecinas desde hace casi once años ya. ¡Once años aguantándose!, diría alguno. Pues lo llevan fenomenal. Además, ahora viven juntas en el mismo edificio. Cada una en su vivienda independiente, pero se cruzan a diario. Jenny resume en una frase su buena amistad: «A miña sogra mais eu nunca nos enfadamos, somos como nai e filla». La joven da las claves para triunfar con la madre de su marido David.
«É unha sogra que, pese a que ten as chaves da nosa casa, se non a chamas, non molesta para nada, que é algo a valorar», empieza relatando. Desde el principio fueron muy bien llevadas. «Nunca tivemos problemas, sempre me deu unha boa acollida», confiesa. Con todo, como es lógico, también viven momentos en los que cada una tiene una opinión diferente. Aún con esas, «sempre chegamos a un consenso», asegura. «Axuda en todo canto pode e falo con ela de case todo. Trátame coma unha filla máis, e eu a ela, coma se fose miña nai. É máis maior, pero temos moita confianza. Ela cóntame a min cousas, e eu a ela tamén», describe.

DÍAS EN FAMILIA
No solo viven bajo el mismo tejado, sino que deciden compartir tiempo juntas más allá de los cimientos: «Tomamos o café, damos un paseo, imos xuntas de compras...». Además, Jenny y David tienen una hija de 8 años, Ainara. Los dos trabajan, de modo que toda ayuda de los abuelos les es necesaria. Así, cuando los padres no pueden llevarla al bus escolar o recogerla en las distintas actividades a las que acude, Carolina les echa un cable. Con su nieta pasa también los días que no trabaja para poder disfrutarla. La niña suspende sus actividades para pasar tiempo de calidad con la abuela.
Jennifer recuerda un buen consejo que le dio su suegra, sobre todo, al convertirse en padres y también cuando se casaron: «Díxome que hoxe en día, cando a xuventude non aguanta nada e logo se separa, pois que ás veces hai que durmir cu con cu, pero que hai que pelexar un pouco. Non á mínima de cambio que teñamos que coller cada un para a súa casa». Suelen comer en familia una vez al menos a la semana cuando los trabajos se lo permiten. También Jenny acompaña a su suegra al médico cuando es necesario. «Non me importa», afirma. Y es que, aunque Carolina tiene el carné de conducir, ya hace un tiempo que no coge el coche.
Jenny se da cuenta de que es una afortunada cuando habla con otros compañeros: «Dinme: ‘‘Que sorte tes que che vai buscar a nena!’’». Además, su suegra le hace regalos por el cumpleaños o las Navidades. «Ás veces pregúntanme: ‘‘E esas gafas novas?’’. Cando lles digo quen mas dou, repítese a historia: ‘‘Que sorte tes, a miña sogra non mo fai», cuenta con orgullo.
¿Se imaginó alguna vez tener tan buen rollo con una suegra?, le pregunto. «Vendo o que hai por aí [se ríe], pois non. Son moi afortunada con toda a familia que teño. Sen dúbida, foi das mellores sogras que tiven», responde haciendo repaso de sus relaciones anteriores. En un futuro, esta joven aspira a ser una suegra igual de enrollada.

¿Lo de hacerse regalos es mutuo? Por supuesto, traslada. Además, Jenny trabaja en una gran superficie comercial, y cuando ve alguna camiseta curiosa, por ejemplo, se acuerda de Carolina y no duda en comprársela.
La buena onda que se traen esta nuera y esta suegra es tal que incluso se animaron a tomar un avión juntas, con David y Ainara, rumbo a la capital española: «Ela nunca fora en avión, e como falaba tanto de Madrid, fomos catro días para alá todos xuntos. Estivemos nun hotel, ela nunha habitación e nós noutra, e moi ben, sen problema ningún».
Dicen que las suegras suelen conquistar por la comida. Jennifer reconoce no ser demasiado exquisita en este sentido. Ahora bien, presume de las croquetas caseras de Carolina, que trabaja en la cocina del restaurante local San Francisco: «Son famosas, o seu forte. Todo o mundo quere saber a receita. Ás veces, tamén nos fai de comer».
Entonces, ¿las suegras son realmente tan malas como las pintan? Ella lo tiene claro. «Non todas, mais todo é chegar a un consenso. Tampouco un se pode cerrar en banda. Roces tamén podes telos cos teus pais», opina.
A Jenny le gusta pasar tiempo en familia. Además, tiene en cuenta que Carolina está viuda. «É moi boa. Primeiro sempre pensa en nós, na parella e na neta, sendo egoísta para ela», comienza relatando, a lo que añade: «Un día, a min gustábanme moito uns tenis dunha marca moi cara, e non os comprei porque teño unha filla e letras que pagar. Pois achegábase algunha data sinalada e a miña sogra foi xuntando propinas e fíxome un sobre cunha tarxeta». Ojo, no todo es oro lo que reluce. «É un pouco teimuda», suelta su nuera. Es lo único en lo que chocan, aunque son «parvadas», asegura. «É moi simpática tamén», sostiene.
En ciertos momentos especiales, Carolina estuvo muy presente. En la boda de su hijo, le regaló a la nuera el batín, la liga y los zapatos. Y Jenny la acompañó a escoger el traje de madrina: «Pediume consello».
¿Cómo fue el momento de irse a vivir al mismo edificio que su suegra?, le pregunto. «Foi algo que non me freou porque vin que nos levabamos ben, mais acordamos que precisabamos da nosa intimidade», indica.
«É BO PARA TODOS»
Llevarse bien con su suegra le supone a esta malpicana «ter unha opinión máis. Túa nai dáche unha e así tes outra». Por eso y por otros tantos motivos, Jenny aconseja llevarse bien con las suegras «porque vai ser bo para todos. Tamén para a relación que tes de parella porque é súa nai. Os pais son un elo e non está ben dividirse. Para min, ter unha boa relación é importante. Miña nai [su padre falleció] tamén se leva xenial con David. E se non pode ser así, que polo menos sexa cordial», señala.
¿Y qué opina la suegra de todo esto? Más de lo mismo. Es clara desde el principio. «A min tocoume o gordo da lotería coa miña familia», dice. Viene a confirmar la buena relación: «Ela é moi boa comigo e eu intento corresponderlle na mesma medida. Trátame coma se fose a nai e eu a ela coma se fose a miña filla. Compaxinámonos moi ben as dúas. É do que se trata, de levarse ben entre todos. Eu tamén me levaba moi ben coa miña sogra», recuerda.
¿Y qué es lo que más le gusta de su nuera? «Que se me ten que dicir algo dimo á cara, non a David para que mo diga, e eu igual», responde sincera.
Pese a la diferencia de edad entre ambas, más de treinta años, casan muy bien mismo en los entornos de la otra. «Se está coas amigas, dime que vaia, e eu igual, claro», explica.
Carolina no olvida los momentos vividos cuando fue el enlace de Jennifer y su hijo: «Ela tiña tanta ilusión, normal, que me ensinaba cousas. Esa complicidade ao mellor non é habitual». Lo de regalarle una liga azul fue cosa de la suegra: «É a da sorte!». «Estou encantada con ela», resume.
La veterana da este consejo: «Hai que tratar á nora coma os da túa casa e non pensar que invade nada. Fifty-fifty, non se di así? E as noras igual, non dicir: ‘‘Miña nai, miña nai, e miña sogra que se vaia a... Hai que darlle un pouquiño de cariño».
Saber respetar los espacios de cada uno, no entrometerse en los asuntos personales de los otros, tratar bien a los demás, prestar ayuda cuando se necesita y hacer por llevar a cabo algunos planes juntos parecen ser las claves del éxito. Tomen, tomemos, nota.