Fernando Frías, el notario más joven de España, que trabaja en Cedeira: «El día que aprobé la oposición cancelé todas las celebraciones previstas»

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JOSE PARDO

Solo cuatro días después de cumplir los 24 años se convirtió en el notario más joven de España. Aprobó la oposición en un año y nueve meses y fue el número uno de su tribunal, después de sacar la mejor nota desde que hay registros

06 jun 2025 . Actualizado a las 14:16 h.

Hace apenas tres semanas que el notario más joven de España, Fernando Frías (Madrid, 2000), se ha incorporado a su puesto en Cedeira. Pudo quedarse en casa, pero quiso venir a Galicia, —lleva veraneando desde niño en playa América—, «por su gastronomía, su paisaje, su ambiente, por la gente, que es muy hospitalaria, y por los buenos amigos que tiene aquí desde hace años». «Para mí lo tiene todo», dice este joven de 24 años, que en junio del 2024 aprobó la oposición en un año y nueve meses. Y no solo eso, además fue número uno de su tribunal, gracias a que batió el récord en la nota del tercer examen, que le valió la plaza y que descartó a su hermana, que llevaba cuatros años estudiando. «Ahora mi reto, más que la profesión, que también, es que ella apruebe», dice Fernando, que desde diciembre también es preparador.

—¿Cuándo tuviste claro que querías ser notario?

—No tengo referentes en la familia, pero mis padres se divorciaron cuando yo tenía 10 años, y la nueva pareja de mi madre, con el que sigue a día de hoy, era notario. Me hablaba muy bien de la profesión, veía la conciliación familiar, mejores horarios, y me resultó atractivo. En cambio, mi padre, que ha trabajado siempre en el mundo de la empresa, salía siempre muy tarde, sacrificaba muchos fines de semana por un negocio que ni siquiera era suyo. Mis padres vienen del mundo jurídico, y de adolescente ya sabía seguro que iba a hacer Derecho. Y cuando entré en la universidad vi clarísimo cuál era mi vocación.

—¿Por qué?

—Porque hablaban de los notarios como los que estaban con el Derecho vivo, que no es estar en un despacho poniendo demandas, sino con los clientes: el señor que junto a su casa tiene un trozo de terreno y necesita que aparezca unificado... En la notaría, de alguna manera, se crea Derecho. Con las normas que hay nos dedicamos a crear soluciones, dentro del marco legal, para hacerle la vida más fácil a la gente. Las áreas del Derecho que más me gustaban eran el Civil y el Mercantil, que son las que tienen que ver más directamente con las personas: compraventas, herencias, matrimonios, divorcios... Además, es un trabajo que ofrece buena conciliación, y unos recursos económicos que son buenos, normalmente, si lo sabes manejar bien.

—Acabaste con 22 años, ¿y ya te pusiste a opositar?

—No, me tomé el verano libre. No tenía prisa, aunque tampoco quería perder el tiempo. No hice el máster de acceso a la abogacía, porque no tenía pensado ejercer, y es año y medio. Me busqué un grupo de preparación en una academia de Madrid y el 11 de septiembre del 2022 empecé a estudiar.

—¿Sabías que estabas ante una de las oposiciones, dicen, más complicadas?

—Sí, perfectamente. Siempre me habían dicho que era muy dura y difícil, pero, una vez que estás dentro, le vas perdiendo un poco el respeto. Sé que, con registrador de la propiedad, son las más difíciles de España. Además, al ser cada dos años, aunque ahora va a cambiar, sigue echando bastante para atrás.

—¿Cómo era tu rutina de estudio?

—Yo siempre he sido de estudiar en casa, hay a quien le gusta ir a una biblioteca, pero para opositar realmente lo mejor es estudiar en casa. Para cantar los temas necesitas mucho silencio, no puedes estar molestando en una biblioteca. Una vez a la semana iba al preparador a cantar los temas, y me hacía las correcciones. Ahora es lo que hago yo, que soy preparador.

—¿Parabas algún día?

—Es muy importante ser organizado y tener una rutina clara. Hay personas más cuadriculadas que otras, yo no lo soy tanto. Al principio, descansaba un día a la semana, a veces sábado, y otras, domingo. Hay gente, sin embargo, como mi hermana, que estaba opositando conmigo a lo mismo, que, a no ser que tenga una boda, no cambia los sábados.

—Aprobaste en un año y nueve meses. ¿Qué sacrificaste durante ese tiempo, que no fue mucho?

—Muchas cosas, pero básicamente cuando uno se pone a opositar hay dos cosas a las que tienes que renunciar: no puedes salir de fiesta con frecuencia, quien dice fiesta, dice trasnochar más de lo habitual, salir a cenar entre semana y volver a la una y media, porque te descentra, y hay que rendir en el día a día y respetar los tiempos del descanso. Hay que ser muy dependiente del reloj, medir muy bien los tiempos, saber cuándo puedes descansar y cuándo no. Y segundo, no puedes irte de viaje como le gusta a la gente. «Me voy un finde a Roma», bueno, quizás tendrías que irte a Segovia. Pero he tenido que renunciar a todo. Yo, los primeros nueve meses, estudiaba a un ritmo normal, nueve horas al día. Al terminar iba a jugar al pádel, a cenar, también tengo un grupo de música, compongo mis canciones... Descansaba un día. Pero en junio del 2023, cuando decidí presentarme, empecé a estudiar 14-15 horas al día.

—Solo parabas para dormir.

—Ni eso, porque soñaba con los temas. Mi vida era muy monótona. Me ponía de ocho a tres y de cuatro a doce, y así todos los días. No quiero que suene desmotivador, para aprobar una oposición de notarías no hay que hacer esto, lo que pasa es que mi situación es excepcional por el tiempo récord. Aunque lo mío no era por eso, sino por querer pasarlo cuanto antes.

—¿Algún día te pasaste?

—Recuerdo un día que estuve a punto de petar, porque me tocó en la mesa en las elecciones del 23 de julio. Y pensé: ‘No tengo ni un día de descanso para mí, ni para nada, y me tiene que tocar'. Presenté una excusa, pero me la denegaron. Yo llevaba un sistema acumulativo, no iba estudiando cuatro temas y luego otros cuatro, sino que, una vez que acabé la primera vuelta, la única manera de llegar era no soltar cada tema que estudiaba. Y una vez que me lo sabía, a los dos días lo repasaba, a los cuatro otra vez, a los seis, así hasta veinte. Con este sistema, cuantos más temas llevas, más difícil es estudiar algo nuevo, porque más tienes que repasar. Y dificulta mucho descansar, porque el repaso no puedes aplazarlo.

—¿Y qué pasó ese día?

—Ya no es que no estudiara nada nuevo, sino que los temas que tocaba repasar ese día lo tenía que hacer entre el anterior y el siguiente. Me levanté a las cuatro de la mañana y salí del colegio electoral a las tres de la mañana, y pensaba: '¿Mañana me tengo que levantar a las 9? Imposible, no puedo más, y encima he perdido tres días de estudio'. Fue un momento crítico.

—Fuiste pasando los exámenes... ¿En qué momento te lo empezaste a creer?

—El primero para mí es el más duro en cuanto a volumen, y más literario, el que más te destroza. No quería aprobar, lo que no quería era volver para atrás, aunque una cosa implica la otra. Cuando aprobé, creo que fue el día más feliz de la oposición, porque fui consciente de que podía conseguirlo.

—Y llegó el segundo.

—El segundo me lo tomé con otra filosofía, aunque eran los mismos temas, el sistema era distinto. Eran materias de notarías, que me había estudiado muy bien en la carrera. Yo creo que una de mis virtudes, además de la capacidad de resistencia, es que tengo muy buena comprensión lectora. He leído comentarios de «este chico será el típico que mira la hoja y se lo sabe», no es verdad, pero aunque no retenga literalmente, se me da bien explicar las cosas, y este examen era menos literal y más explicativo. Hasta ese momento, los exámenes los había hecho con mi hermana, uno se examinaba un día, y otro al siguiente.

—¡Qué presión!

—Yo iba detrás, así que me la comía toda. Mi hermana ya había aprobado, y me tocaba a mí al día siguiente.

—Y llegamos al tercero.

—Este lo cambia absolutamente todo, porque es un caso práctico, un dictamen, y se prepara en grupo, es realmente el momento más divertido de la oposición, pero a la vez en el que más miedo tienes, porque no quieres volver para atrás. No salí muy convencido, pero cuando lo leí vi que me había quedado bastante bien. El 20 de junio salían las notas, y estábamos toda la familia en casa esperando el correo. Lo primero que vi fue que mi hermana no estaba, y fue un palo tremendo, llevaba cuatro años, y tener que volver al punto de partida... Se me cayó el mundo encima, luego vi que yo estaba, pero me quedé tan en shock que siempre digo que ese momento me fue robado. No es su culpa, obviamente, pero estás pensando todo este tiempo cómo será el día en que te digan que aprobaste, y de repente llega, y dices: «Vaya mierda». Cancelé todas las celebraciones. No podía forzar mi estado de ánimo, me alegraba por mí, pero estaba triste por ella.

—Ni te diste cuenta de que habías hecho historia.

—Lo fui valorando luego, porque saqué la mejor nota del dictamen de toda la historia del notariado desde que hay registros. Saqué un 19,70 de 20, y nunca nadie había llegado al 19. Con el suspenso de mi hermana ni siquiera lo asimilé, pero me empezaron a llegar un montón de mensajes de notarios diciéndome que había hecho historia. Subí hasta el primer puesto en el ránking de mi tribunal. Una vez que apruebas el tercero, estás dentro, el cuarto es para variar alguna posición de la nota, pero no elimina.

—¿Qué significa ser el notario más joven de España?

—Un orgullo enorme, también una responsabilidad. Entre el más joven y el número uno, la gente espera mucho de ti, en todos los sentidos, estás en el punto de mira. Le tengo respeto, pero no miedo. Estoy encantado de asumir esta responsabilidad. Estoy viviendo como una película. Hace un año, cuando estaba en mi cuarto estudiando y nadie confiaba en mí, mi familia me decía que estaba loco porque veían que mi hermana llevaba cuatro años, no me imaginaba estar aquí.

—¿Qué es lo que más te ha sorprendido de la profesión?

—Que el día a día es frenético, no hay un momento en que esté parado, y me encanta. De repente, estoy en mi despacho con unos clientes, y me tengo que ir en coche a una aldea, porque hay una señora, que no se puede mover, que quiere hacer el testamento. Obviamente, con mucha responsabilidad, estás constantemente tomando decisiones importantes. Y también que la práctica se aleja bastante de la teoría.

—¿Cómo manejas la presión siendo tan joven en un cargo tan serio?

—Bien, no tengo ese peso. Siempre he sido muy responsable, y nunca he pensado que por que tengas más años, tengas que hacerlo mejor. Hay que actuar conforme a la madurez que uno tiene. Y no es que me considere la persona más madura del mundo, pero para aprobar una oposición como esta, tienes que demostrar bastante en muchos sentidos, personal y también jurídicamente. Siempre con humildad porque obviamente no lo sé todo, y con prudencia. No voy a precipitarme. Si tengo claro algo, porque soy una persona segura, voy a por ello, pero si me chirría o está dudoso, les digo que lo voy a estudiar, como lo hacía en la oposición, para darles una respuesta lo antes posible.