El vecino que quiso dinamitar un castro de Salvaterra para buscar un tesoro

Pedro Rodríguez Villar
pedro rodríguez SALVATERRA / LA VOZ

SALVATERRA DE MIÑO

CARLA BERNARDEZ

Las marcas de los explosivos siguen marcadas en las piedras

24 jun 2025 . Actualizado a las 13:39 h.

Castros, dólmenes y fortalezas fueron víctimas constantes de expolios en Galicia hasta no hace mucho tiempo. La tradición oral y algunas teorías decían que escondían grandes tesoros. En cada municipio, por ejemplo, hay leyendas de mouros y mouras, seres fantásticos que, en su gran mayoría, se asociaban a acumulaciones de oro. Así lo decían también los vecinos de Soutolobre y Lourido en Salvaterra de Miño. En el linde de sus parroquias se ubica el castro de Penedos dos Mouros.

La entrada a lo alto del poblado prerromano, que tiene un gran refugio cubierto bajo grandes rocas en su pico, es estrecha. Está flanqueada por dos grandes piedras que parecen colocadas a conciencia. Su corte es casi vertical y en el sendero no caben más de dos personas cogidas de la mano. «Aquí se decía que pasaban cosas muy extrañas», recuerda Brenda Domínguez, vecina y socia de la asociación Terra Grovii, una entidad que crearon con la intención de poner en valor el castro.

En esas dos grandes piedras hay varias marcas. Son pequeñas hendiduras en las que entran dos o tres dedos. Están hechas a conciencia. «Según cuentas los mayores, hubo un vecino que quería encontrar el tesoro del que hablaban. Sabía que excavando no lo iba a encontrar, así que trajo dinamita para poder volar todas las grandes piedras», explica. La leyenda dice que estuvo muy cerca, pero que, al final, no lo hizo. Solo quedaron las marcas de aquella idea que casi hace desaparecer el legado milenario del castro de Penedos dos Mouros como paso en otros tantos lugares de Galicia.

Las ovejas

En esas dos grandes piedras también contaban los vecinos que, por ejemplo, «cuando venían al lugar con las ovejas y se refugiaban bajo los Penedos dos Mouros las que estaban embarazadas desaparecían. Relataban que después de buscarlas las solían encontrar en una cueva que hay en la ladera del castro», continúa Brenda. Para tratar de buscar una solución y entender el problema contrataron a dos brujas para investigar. Fueron por separado. Ninguna sabía nada de la otra y ambas concluyeron lo mismo: «Decían que había un guardián en el castro que se encontraba en la entrada de los Penedos dos Mouros y que era el causante de estos fenómenos», recuerdaa Brenda, que indica que las brujas lo describían como un hombre alto, rubio, con bigote y ojos azules que «nos encaja con esa imagen que tenemos de los antiguos castrexos», dice.

Estos dos son algunos de los secretos que esconde un casto que, hasta hace poco, era uno de los grandes desconocidos en la comarca. Su entorno, además, es accesible y está señalizado gracias al trabajo de Terra Grovii. En la asociación también organizan dos visitas guiadas el próximo fin de semana para poder descubrir de primera mano estas leyendas y otras tantas. Las inscripciones ya están abiertas por siete euros, diez con una bolsa de regalo, y tiene una duración de tres horas. «Es una manera de poner en valor la gran riqueza a nivel histórico y patrimonial que tenemos en esta zona de Salvaterra de Miño», concluye Brenda.