
El año 1.355 fue horrible para A Guarda con una epidemia de peste y cosechas muertas por la falta de agua hasta que el voto de la mujer lo cambió todo
13 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Una de las tradiciones religiosas más arraigadas en A Guarda es el voto a Santa Trega, que se repite todos los últimos sábados de agosto. Ese día fieles de las siete parroquias que hay en el municipio y en O Rosal suben hasta la capilla en lo alto del monte para renovar una promesa que tiene su origen en una pastorcilla del siglo XIV. Dice la tradición que el año 1.355 fue muy difícil para A Guarda, azotada por una epidemia que, probablemente, fuera de peste negra, ya que esa década la enfermedad azotó Europa asesinando a un tercio de su población. Además, la expansión de la enfermedad coincidió con una sequía que ya duraba siete años y que secaba cosechas en una sociedad que dependía en gran medida de la agricultura. Sin cereal los animales no comían y, por consiguiente, las familias se quedaban sin carne ni leche.
Cuenta la tradición que un día de agosto una pastorcilla de A Guarda subió al monte de Santa Trega. En lo alto, para en una zona de sombra en la que todavía quedaba algo de hierba y se podía ver la ermita del Trega. Sin pensarlo comenzó a pedirle a la santa que intercediera por ellos. «Santa Tecla, rogai a deus por nos: Deus ouvid´a nos», rezaba en galego-portugués, la lengua franca de la población durante la Edad Media. El sacerdote de A Guarda, Juan José Estévez, recuerda que, en respuesta, comenzó a llover.
Aquella mujer comenzó una tradición que llega hasta hoy, pero que, por un tiempo, excluyó a las mujeres. El voto y el culto por decisión de un obispo fue reservado exclusivamente para los hombres hasta la llegada de Juan José. El sacerdote nacido en Vigo asumió su cargo en 2022 y abrió a todo el mundo esta celebración. «Lo importante es que vengan aquí las personas», explica.
Él no conocía la tradición del voto a Santa Trega, pero ahora, tras mucha investigación y conversaciones con los vecinos, es todo un experto. «No es casualidad que esta tradición haya nacido aquí», continúa el párroco, que recuerda que el monte y A Guarda es una zona de importancia en la llegada del cristianismo a Galicia. «En esta zona vivían un grupo de eremitas que tiene relación con la fundación del monasterio de Oia», recuerda.
Esa importancia en el protocristianismo también tiene relación con el propio culto a Santa Trega que existe en A Guarda. «Se lo debemos a Egeria», indica Juan José. También conocida como Etheria fue una escritora de la Gallaecia romana que peregrino a Galicia hasta Jerusalén en el siglo IV. Se hizo famosa porque registró todo su itinerario en un libro de viajes, que es considerado uno de los primeros de la historia. «A su vuelta a Galicia dicen que el Trega le recordó al lugar en el que habían enterrado a Santa Tecla», explica el párroco. Egeria contó a los vecinos sobre la mártir y así comenzó su culto en A Guarda. Esta tradición también se relaciona como el pasado del municipio como nodo comercial de la Gallaecia romana, ya que el río Miño era la principal vía de conexión del interior de la provincia con el resto del imperio.
El voto fue evolucionado con el paso del tiempo y también se constituyó la Hermandad del Clamor de Santa Tecla. Está integrada por los siete curas de las siete parroquias que hay entre A Guarda y O Rosal. Ellos son los encargados de toda la ceremonia y, en la actualidad, el líder de la hermandad en Juan José Estévez. Todos estos párrocos se reunían en la Casa dos Cregos, un edificio construido al lado de la capilla y que tiene un gran salón con una mesa de piedra que servía de punto de unión de los curas.
El día del voto los fieles también cantan una letanía que mantiene en galego-portugués de aquella pastorcilla. Repite sus frases y añade la frase griega «Kirie Eleyson», que significa «Señor, ten piedad». El rezo se hace cantado y apela a todos los santos de las siete parroquias de A Guarda y O Rosal además de a otros santos con tradición en el municipio como San Esteban o San Francisco. Tras tres años a cargo de la iglesia de A Guarda, Juan José Estévez canta a viva voz esta letanía. Es su manera de agradecer a un municipio que ya lo acogía cuando iba de pequeño en las Festas do Monte.