Un talud inestable siembra la alarma entre vecinos de dos calles del centro de Vigo
VIGO

Los dueños de la finca, de viviendas sociales, no pueden costear el arreglo
19 ago 2025 . Actualizado a las 01:08 h.Viven desde hace décadas junto a un talud que la constructora del edificio no llegó a asegurar y ahora el Concello les obliga a repararlo. Los residentes del número 15 de la calle Menéndez Pelayo, un edificio de viviendas protegidas, aseguran que no fueron responsables de que el terreno quedara así, pero se enfrentan a la obligación de encargar una costosa obra de consolidación. «Llevamos aquí 40 años viviendo. A nadie le han dicho que el talud formaba parte de la propiedad», protesta Belén, una de las vecinas.
El muro natural de roca y tierra, cubierto de vegetación y con grietas visibles, se asienta justo detrás del inmueble. Desde su base hasta la coronación, presenta riesgo de desprendimientos que ya han alcanzado las terrazas de los pisos bajos. Hace tiempo la comunidad colocó una valla como medida preventiva. «No hace nada porque las piedras cuando caen rebasan la valla», explica Belén.El peligro no solo inquieta a quienes viven en Menéndez Pelayo. En la parte superior del talud, ya en la avenida Camelias, se levanta otro edificio cuyos cimientos descansan sobre el desnivel. Sus residentes han denunciado la situación al Concello porque temen por su seguridad. «Los de Camelias nos denuncian al Ayuntamiento y el Ayuntamiento nos denuncia y amenaza a nosotros para que limpiemos y que vallemos toda la piedra», resume la vecina.
La comunidad recuerda que la construcción del bloque fue promovida por el Instituto Galego de Vivenda e Solo, que todavía mantiene la titularidad de un 45 % de las viviendas. «Cuando se adjudicaron las viviendas éramos inquilinos también. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, en su reciente sentencia sobre el caso, señala que la propiedad del edificio de la calle Menéndez Pelayo 15 «ha dado cumplimiento al deber de edificar, pero lo ha hecho de manera incompleta, defectuosa, inadecuada, en cuanto a la contención y aseguramiento del terreno que ella misma alteró», al ejecutar el destierre sin prever las imprescindibles medidas de sujeción del desnivel creado. En una reunión reciente en Urbanismo, la comunidad escuchó la postura municipal: deben colocar una malla de contención, costeada entre la comunidad y el propietario colindante. El presupuesto aún no está cerrado, pero se prevé un gasto elevado. «Es muy fácil decir que paguemos. Son viviendas sociales de gente trabajadora y humilde», lamenta el mismo residente.
El problema, insisten, afecta a los dos edificios: en el 15 de Menéndez Pelayo son mayoritariamente propietarios, mientras que en el 17 —también apoyado en el talud— viven sobre todo inquilinos. En total, 34 viviendas. Y a la inestabilidad se suma otro riesgo: «El talud tiene una mina de agua que se está metiendo debajo de los cimientos del edificio», alerta la comunidad.
El tiempo y la pendiente han complicado incluso las labores básicas de mantenimiento. «No encontramos empresa que quiera venir a limpiar porque es un peligro. Ya se cayó un señor», relata otro vecino. El Ayuntamiento, por su parte, advierte de que si no actúan empezará a imponer sanciones. Mientras las administraciones y las partes implicadas se señalan responsabilidades, la realidad es que el talud continúa sin una solución definitiva.
El Concello y el IGVS sostienen que la comunidad debe asumir su parte y coordinarse con el propietario de la finca colindante para ejecutar las obras. Los vecinos, en cambio, se sienten atrapados entre la falta de recursos, la amenaza de multas y un riesgo geotécnico que, después de cuatro décadas, sigue sin resolverse.