
En A Coruña, semana de felicidad y optimismo ante una situación idílica en términos de clasificación y dinámica del Deportivo, pero con llamadas de atención (lógica) por parte de la dirección deportiva invitando a focalizar el objetivo a largo plazo y olvidar la inmediatez.
Al equipo le esperaba el mejor local de toda la categoría hasta ahora , con un sólido esquema 1-4-4-2 en el que prima la verticalidad y un estadio en donde el equipo armero ha conseguido casi el 70% de los puntos posibles en las últimas 3 temporadas. Contexto interesante para observar si el intervencionismo de Antonio Hidalgo dejaba huella en el plan de partido coruñés.
Una variante en la pizarra
Los cambios obligados y las necesidades del escenario lo requerían propiciando la aparición de una nueva variante: 1-4-1-3-2 con Ximo y Quagliatta en los laterales, Villares de ancla con Luismi-Soriano-Stoichkov por delante y Yeremay-Mulattieri en punta. Parecía que el plan de partido era jugar más directo sobre el italiano, acumulando efectivos con buen pie a su alrededor para ganar la segunda jugada; aunque es cierto que únicamente se generó cuando el 10 deportivista podía transitar o encarar con espacios.
Sin embargo, en cualquier plan siempre existen debilidades y, tras lo visto en Vitoria, ver defender en línea de 5 a Luismi Cruz me generaba dudas tanto en el armazón como en su posible participación en posesión del esférico. Algo obvio cuando uno visita Eibar es que las disputas son esenciales, normalmente marcando el rumbo de los partidos, y en una de ellas Stoichkov cobró un penalti que transformó Yeremay.
Inteligente respuesta blanquiazul
Se esperaba una reacción armera intentando hundir las líneas del Dépor con el transcurrir del encuentro y ahí el cuadro de Hidalgo cumplió como se espera de un candidato: no entrar en un encuentro abierto e intentar la presión alta para dar pausa en la posesión del esférico y trabajar en bloque bajo, cuando toca, para transitar buscando una sentencia que no llegó.
Lo que sí llegó (tras una segunda jugada) fue el empate de un Eibar que llevó las riendas en el tramo final ante un Dépor demasiado defensivo, cambios incluidos. La ilusión sigue intacta en la fiel afición coruñesa, pero necesitamos añadir algún argumento constante pues, «la perseverancia es la madre del buen éxito», como afirmaba Miguel de Cervantes.