Apretón de verano en el Pepe Barrera

TORRE DE MARATHÓN

Xaime Ramallal

Fenomenal ambiente entre los cerca de cinco mil hinchas que acudieron al encuentro entre el Dépor y el Oviedo en Ribadeo

06 ago 2025 . Actualizado a las 21:19 h.

«A ver si ataca un rato el Oviedo, que de aquel lado no veo nada». El Pepe Barrera le dio nuevo sentido a las plazas de visibilidad reducida, trasladando al fútbol un fenómeno propio de salas de concierto y teatros. Ribadeo hizo negocio a la altura de las grandes citas, exprimiendo el aforo de un campo con capacidad para cerca de cuatro mil personas, que reunió a bastantes más.

Ayudó la cercanía y la buena relación entre hinchadas, bálsamo idóneo frente a los incidentes propios del apiñamiento. El único conato de altercado se desató con el pitido inicial: alguien encendió una bengala en las primeras filas, ahumando al público a su espalda. Los mayores aplausos de la tarde fueron para los guardias civiles que acudieron a desalojar al hincha. Veinte euros consumidos en medio minuto de encuentro. Pagó cara la demostración de forofismo.

Las entradas, a precio de partido oficial, no incluían descuento para los perjudicados por el exceso de aforo, y solo los más madrugadores evitaron las apreturas y pudieron disfrutar del encuentro a campo completo. Ni siquiera los VIP tuvieron bulo. Justo antes del comienzo, hubo recado por megafonía: «Se sienten los de delante, por favor, que no dejan ver a la gente del palco».

En algunos puntos del recinto era más sencillo percatarse de lo que sucedía del otro lado del muro que seguir la bola sobre la hierba. «Os roban el autobús», advertía un seguidor ovetense a su colega al ver moverse a lo lejos el vehículo del Dépor.

Durante el descanso, sorteo, como en toda pachanga que se precie. Camiseta de los asturianos para «Luis, O Calvo». La de los coruñeses, para «Clara, que es de Oviedo». Y en el 80, otro éxito veraniego en el altavoz: «Se ruega al público que no salte al campo al acabar». Imposible, cuando la grada rebosa hacia el césped.