
A mediados de agosto, Charo López cerrará su tienda
09 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Le cuesta despedirse porque asegura que en su tienda y con sus clientas es muy feliz. Pero llegó el momento de jubilarse. Pronto cumplirá los 67 años y le toca tener más tiempo para ella. Antes de bajar la persiana de manera definitiva, Charo López está en liquidación. Dice que en apenas una semana sus incondicionales y también muchas que no eran clientas habituales quisieron aprovechar los grandes descuentos en la ropa del día a día. «Y arrasaron», relata con tono alegre quien asegura que tiene un trabajo bonito y con muchas ventajas: «Soy la jefa, así que hago lo que me da la gana». Todavía le queda colección de fiesta y por eso seguirá hasta el 14 de agosto, en parte para esperar por las que vienen de vacaciones y siempre pasan por su comercio en la calle Pérez Lista de O Barco de Valdeorras.
Cierra Charo López, un negocio con 36 años de historia. Cuenta la propietaria que lo de diseñar ropa siempre le gustó, pero que eran muchos en su casa —forma parte de la conocida familia Parra— y sus padres no pudieron pagarle estudios de Diseño. Así que se formó como modista y no perdía la oportunidad de dejar fluir su arte. «De jovencita, el viernes cogía una tela para hacerme una falda para lucir el domingo», rememora. En la treintena abrió su primer negocio. Lo llamó Telas Charo, que evolucionó en Charo López cuando dio entrada a la ropa confeccionada. Como modista, presume de haber vestido a cientos de madrinas que confiaron en su creatividad para un día tan importante. «Les garantizaba que irían elegantes. Ese siempre ha sido mi sello», relata. Se apoyaba en grandes telas para hacer creaciones espectaculares que también vistieron muchas novias, «pero solo de juzgado», matiza. Se sobreentiende que sus vestidos son menos pomposos que los de aquellas que se casan en la iglesia.
Convencida del poder del asociacionismo, fue una de las fundadoras del centro comercial abierto de O Barco, que presidió durante ocho años. Durante su etapa ideó un desfile de moda con maniquíes profesionales en el que los asociados presentaban las novedades de sus comercios. Recuerda con especial cariño alguna campaña y también cuando la invitaban a dar charlas en otros lugares de Galicia y Portugal. «Fue una maravilla», dice.
Ahora lo deja. Buscó relevo, pero no apareció. «Es una pena, porque es un buen negocio con una clientela fija», destaca. Presume de haber conseguido el éxito con una apuesta difícil. «En los tiempos que estamos, a veces cuesta que la gente valore la diferencia de una camiseta de 200 euros sobre una de 20, pero yo tuve suerte», remarca. Ya solo le quedan vestidos de fiesta: «Auténticas gangas. Prendas de 600 euros que están a 99». De los grandes descuentos presume en el escaparate, muy a su estilo. Un enorme gracias de colores rodeado de besos rojos, como los que da Charo a las personas que quiere. Y a sus clientas las adora.