La realidad de los emigrantes que regresan de Venezuela: «Antes de comerme una arepa, yo me comía un plato de caldo»

Bárbara María OURENSE

OURENSE

La responsable de la unidad junto a Fátima Moreira, Manuel Pardo, Avelino de Francisco y Verónica García, ante la oficina móvil de la Xunta para la atención a retornados
La responsable de la unidad junto a Fátima Moreira, Manuel Pardo, Avelino de Francisco y Verónica García, ante la oficina móvil de la Xunta para la atención a retornados ALEJANDRO CAMBA

La oficina móvil de asesoramiento a los gallegos retornados de la Xunta ofrece información y apoyo a personas como Verónica García, que se estableció en la tierra de su familia

09 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante décadas los gallegos tuvieron que buscarse la vida en otras latitudes, cruzando el charco hasta los países iberoamericanos. Ahora, Galicia es una tierra de oportunidades para aquellos emigrantes que, junto con su descendencia, regresan a casa. 

Verónica García llegó a Ourense hace siete años desde Venezuela. Nació y vivió la mayor parte de su vida allá, pero siempre ha tenido muy presente sus raíces gallegas: «Antes de comerme una arepa, yo me comía un plato de caldo gallego». Su abuelo la obligaba a leerle los diarios españoles y en todas sus noches sonaba una nana en gallego. 

Fátima Moreira nació y vivió la mayor parte de su vida en Venezuela, pero es de familia portuguesa y su marido es gallego. Llegó a Galicia un año antes que Verónica, en el 2017, junto con sus padres, que se instalaron en O Carballiño para emprender con un local de productos venezolanos: La Caraqueña. 

Verónica y Fátima se conocen desde hace más de veinticinco años. Estudiaron juntas en Venezuela, donde se dedicaban a la educación y la responsabilidad social y empresarial. Debido a las complicaciones políticas del país, se vieron obligadas a abandonarlo y decidieron asentarse en Cortegada (Ourense), de donde es originario el esposo de Fátima. Ahora se llaman «familia». Abrieron juntas dos negocios de panadería-pastelería: Meu Pan y Panadería Fontaíño. Se aventuraron en un mundo completamente diferente del que venían, ya que no han podido dedicarse a su profesión: «El papeleo es una de las cosas más difíciles de llevar cuando llegas de fuera -declara Fátima-. La homologación del título universitario es un proceso complejo». «No es lo mismo estar vinculada a las tradiciones gallegas que a su burocracia», continúa Verónica. Ambas buscaron apoyo en líneas de ayuda para migrantes retornados y consiguieron orientación laboral, sobre todo a nivel administrativo.

Según la Secretaría Xeral de Emigración en el 2024 un total de 8.459 personas regresaron a Galicia desde sus países de residencia. Ante esta realidad migratoria, la Xunta puso en marcha la oficina móvil de retorno para facilitar el asesoramiento y acompañamiento.

La oficina está diseñada como un punto de encuentro, que se desplaza de provincia en provincia -por zonas rurales y urbanas, con sedes permanentes en Santiago de Compostela, A Coruña, Lugo, Ourense y Vigo- para ofrecer un asesoramiento personalizado y resolver dudas a los gallegos retornados y sus descendientes. Entre los servicios que ofrece la unidad itinerante están la orientación laboral y profesional, la  gestión de trámites y la información detallada sobre opciones de vivienda, el sistema educativo gallego y otros programas de retorno. 

Para solicitar ayuda las personas interesadas pueden acercarse físicamente o pedir asesoramiento a través del número de teléfono o correo electrónico de la unidad respectiva a cada provincia. Ayer, la oficina de retorno pasó por el concello de Cortegada, nuevo hogar de Verónica y Fátima. El delegado territorial de la Xunta en Ourense, Manuel Pardo, puso en valor esta iniciativa integrada en el programa Galicia Retorna de la Consellería de Emprego, Comercio e Emigración: «Es una ayuda para el asesoramiento, punto de información y apoyo a todos aquellos gallegos que se están planteando volver a su tierra». Recordó que servicios como estos se complementaron con apoyos externos, como las aportaciones extraordinarias al retorno, de las que se benefician 200 familias en Ourense, con ayudas de 580.000 euros en el 2024. Este año, el presupuesto es de 2,3 millones de euros.

A pesar de que al momento de su llegada Verónica y Fátima no contaban con los servicios de la unidad móvil, afirman haber recibido mucho apoyo por parte del Concello de Cortegada. «Yo creo que una de las principales funciones que tiene la Administración es atender a sus vecinos, en este caso de una forma especial a esa gente que retorna a sus pueblos nativos por motivos políticos o económicos», afirmó el alcalde, Avelino de Francisco, quien aprovechó para darle la enhorabuena a Fátima y a Verónica por su actividad en el municipio. 

«Quienes hemos retornado y tenemos raíces europeas entendemos ahora todo el esfuerzo de nuestros padres y abuelos y, sobre todo, entendemos cuál es el valor y el sentido de pertenencia al regresar a estas tierras y colaborar con un granito de arena», dijo Fátima para agradecer todo el apoyo que se le ha brindado a la hora de consolidar su viaje y estancia en Galicia: «Toda ayuda vale oro». 

Hoy, los descendientes de los gallegos que marcharon ven necesario un lugar aquí para recibir orientación que les facilite el proceso de adaptación en un nuevo país. En España, Verónica, Fátima y sus familias han tenido un recibimiento fantástico, pero Venezuela sigue siendo una asignatura pendiente. «No hay día que no se me salten las lágrimas al recordar Venezuela. Lo di todo por estar allí, pero sé que no es sano para mí y que debo estar aquí», se lamentó Verónica. Fátima agregó: «Junto con mi esposo y mi hijo creamos todo un ecosistema en Venezuela, pero entendimos que, al no haber futuro momentáneo, debíamos adaptarnos a un nuevo entorno. Mi hijo está feliz aquí y, gracias a todo el apoyo, nosotros también».

Galicia les ha dado todo desde que emigraron, pero Venezuela sigue siendo para ellas una asignatura pendiente, ya que, según afirman, «emigrar es un sentimiento encontrado».