¿A Maduro se le está poniendo «cara de piña»?

 Jorge Quindimil
Jorge Quindimil ACREDITADO COMO CATEDRÁTICO DE DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES POR LA AGENCIA NACIONAL DE CALIDAD DEL MINISTERIO DE UNIVERSIDADES

OPINIÓN

Leonardo Fernandez Viloria | REUTERS

06 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La presión de Donald Trump contra el régimen tragicómico de Nicolás Maduro en Venezuela aumentó significativamente en las últimas semanas. El mayor exponente de esta escalada es la operación militar de grandes dimensiones en el Caribe sur, con la excusa de combatir el narcotráfico vinculado al chavismo. ¿O hay algo más?

Esta semana Trump anunció su primera acción de fuerza armada en la zona, la destrucción de una lancha del Tren de Aragua, matando a todos sus ocupantes, en violación de las más elementales normas de derechos humanos y de derecho del mar. Sin embargo, Maduro sostiene que Estados Unidos no pretende luchar contra el narcotráfico, sino derrocarlo.

Resulta algo ingenuo pensar que un régimen como el chavista pueda caer solo por presión, pero lo es aún más pensar en una invasión. Esto invita a sospechar que tales acciones podrían estar más bien destinadas a obtener réditos electorales internos en EE.UU., con el voto latino en general y en Florida en particular. Ahora bien, Trump podría ver en la caída del chavismo una jugada maestra para su —¿último?— mandato.

En julio declaró al Cartel de los Soles como organización terrorista internacional, asociándolo al Tren de Aragua y al Cartel de Sinaloa. De esta forma, el chavismo no solo es presentado como una dictadura vinculada al narcotráfico, sino que se eleva a la máxima categoría de amenaza terrorista, lo cual amplía notablemente el campo de acción de Estados Unidos.

Trump y Marco Rubio han redoblado acciones económicas, diplomáticas, militares y de inteligencia dirigidas a fomentar la desconfianza interna y el aislamiento internacional del chavismo. La operación en la embajada argentina, las fugas de presos, el creciente reconocimiento del Cartel de los Soles como organización terrorista en la región, el apoyo del Caribe sur al despliegue militar o el insignificante apoyo de socios estratégicos como China, Rusia o Irán podrían interpretarse como señales profundas de debilitamiento interno e internacional del régimen.

Ahora bien, debilitamiento no significa derrocamiento, como se demostró durante el primer mandato de Trump. Las señales han sido, además, contradictorias, como la licencia de Chevron para operar en Venezuela, o la cancelación de la protección temporal (TPS) a venezolanos en Estados Unidos. La incertidumbre es evidente, pero no parece probable que Trump repita una operación similar a la invasión de Panamá en 1989. Entonces, Bush esgrimió las mismas razones que Trump utiliza ahora: defender la democracia y luchar contra el narcotráfico y el crimen organizado. Entonces, el dictador a derrocar era Manuel Noriega, el sátrapa panameño, cuyas cicatrices le valieron el célebre apodo de cara de piña.