
No es la primera vez primera vez que Trump bloquea y embarga intereses de Venezuela. Ya lo hizo en el 2018, 2019 y ahora, en el 2025. Tampoco es el único presidente que lo ha hecho. Obama y Biden también adoptaron en sus mandatos medidas similares. Pero ahora la amenaza de EE.UU. es diferente y más grave. Los norteamericanos han lanzado un bloqueo con una potente flota naval y aérea frente a las costas venezolanas. Puede pasar cualquier cosa. Me recuerda la incursión en Panamá, en 1989, donde capturaron al dictador Manuel Noriega, también por narcotráfico. No hay certeza de que se llegue a un enfrentamiento bélico abierto y directo (eso solo está en la cabeza de Trump), pero sí cabe la posibilidad de una operación de cirugía, breve, que termine con el régimen de Maduro. Esta opción se baraja en muchas cancillerías.
EE.UU. pretende acabar con el que considera como un Estado narcoterrorista en Venezuela, controlado por el cartel de los Soles, cuyos líderes son el presidente, Nicolás Maduro; el ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, y el ministro de Defensa, general y jefe del ejército, Vladimir Padrino. EE.UU. ha puesto precio a sus cabezas por su captura: 50 millones de dólares por Maduro, 25 millones por Cabello y 15 millones por Padrino. Los norteamericanos han pateado el avispero del país caribeño para que, a poder ser, sea el propio ejército, desde dentro, el que desplace al actual poder. Hay que esperar acontecimientos y seguir la evolución de la situación. De hecho, EE.UU. no reconoce la legitimidad del régimen de Maduro, después de unas elecciones amañadas que en realidad ganó la oposición liderada por Corina Machado y Edmundo González.
Desde un punto de vista geopolítico, EE.UU. considera Venezuela un peligro para la desestabilización de otros países de la región, tanto o más que Cuba (ahora en horas muy bajas, con un gravísimo problema de pobreza y miseria entre su población). La caída de Maduro, además de cortar la línea de los envíos de cocaína y fentanilo desde Venezuela a EE.UU., vía Honduras y México, supone para la Administración americana un intento de desplazar a Rusia, Irán y sobre todo China de su más importante aliado en el continente. Mientras tanto, el expresidente Rodríguez Zapatero bien nos podría explicar qué es de los presos españoles con doble nacionalidad, rehenes en las cárceles bolivarianas, y de los dos turistas vascos secuestrados por el servicio de inteligencia (Sebin) y recluidos en uno de los penales más duros como es El Rodeo. Zapatero intervino este año en un canje de presos entre Venezuela y EE.UU., pero ¿ha dicho algo sobre la arbitrariedad ejercida contra los españoles encarcelados injustamente por el régimen de Maduro? Si cae el régimen bolivariano quizá podríamos conocer algo más de las andanzas de algunos personajes de nuestro solar patrio, por todos conocidos, y de las coimas que supuestamente han recibido.
Al parecer, Maduro ha puesto el bigote a remojar ante la que le puede caer. El periodista venezolano Emmanuel Rincón, buen conocedor de la política de su país, dice que acabará en Nicaragua. Veremos.