
Don perfecto
Debemos alegrarnos de que existan personas, cuando no perfectas, muy cercanas a la perfección. Y más de que mucha gente se lo crea con la fe de los santos. Parece que nuestro presidente es uno de esos seres de luz, puesto que, presuntamente, dedica una palabra (que puede ser nombre, adjetivo o participio de algún verbo) como cariñosos calificativos a cada uno de los políticos que le rodean. Al estilo de «todos chusma». Menos yo. Lo curioso es que los aludidos consideran que todo esto es normal. Que no le dedican ni un minuto de su precioso tiempo y que no hay wasap que resista un escrutinio a la luz de una vela durante el próximo apagón. ¿De verdad nos merecemos que este tipo de personas gobiernen nuestro país? ¿Será cierto aquello de que tenemos lo que merecemos? M. J. Vilasuso. As Pontes.
Morir solos y en la calle
No nos preocupa demasiado el ver cada día a personas deambulando por las calles o durmiendo en algún cajero o portal de un edificio. Son personas sin hogar, generalmente con algún tipo de dependencia y que necesitan ayuda, aunque no la pidan porque carecen de la estabilidad psicológica y emocional necesaria para ello.
Es una asignatura pendiente que tienen las administraciones públicas y nuestros gobernantes que no son capaces de hacer frente a la situación de miles de personas sin hogar y con muchos problemas de salud. Quizás porque no son votantes de ningún partido político o apenas hacen ruido, a no ser cuando salen en los medios de comunicación por morirse solos y en las calles.
Son personas que van apurando sus vidas hacia lo inevitable. Muchas carecen de cariño, de atención por parte de los familiares más directos, y la calle es su hogar permanente. No pierden la ilusión ni la esperanza pero, para la mayoría de ellos, nunca llega ese día en que puedan ser como la mayoría de mortales. Un recuerdo especial para los que nos dejaron y que no estuvimos a la altura de poder entender sus circunstancias. José Manuel Pena. Ribeira.