
Alfonso Rueda hace tiempo que ha marcado un perfil propio frente a la alargada sombra de Feijoo. De hecho, podría decirse que la sombra del líder del PP nacional ya no es tan alargada en Galicia. Rueda vuela solo en su gobernanza gallega. Es cierto que el juego político le obliga a mantener una lealtad hacia el aspirante de su partido a la Moncloa, pero no puede decirse que el seguidismo que el presidente de la Xunta hace de Génova llegue a cotas exageradas. Más bien lo hace con cierta discreción, como si no quisiera que se diga que es la muleta de Feijoo en su patria chica.
En los últimos días llamaron la atención las sinceras reacciones de Rueda ante el apagón de la pasada semana. Mientras Feijoo se lanzaba a las barricadas y culpabilizaba del caos que vivió el país a Pedro Sánchez, Rueda alabó la colaboración «profesional» con el Gobierno de España durante la crisis eléctrica. Y tuvo buenas palabras para el ministro Marlaska e incluso para el delegado del Gobierno en Galicia. Vamos, que al líder gallego no le dolieron prendas en el reconocimiento a unos adversarios políticos a quienes sistemáticamente su partido está atacando. Es cierto que, delante de Feijoo, matizó un poco su postura y vertió alguna crítica menor hacia el Ejecutivo, pero la realidad es que su tono fue siempre conciliador y muy alejado del apocalipsis que vendieron sus compañeros en Madrid.
¿Tiene algún significado esta discrepancia aparente entre Feijoo y Rueda? No necesariamente, pero sí que es fiel reflejo de que a Rueda no le tutela su exjefe. Y para ello no hay más que ver la línea marcada en grandes temas por el presidente de la Xunta, muy distante de la que en su día trazó Feijoo. Por ejemplo, en vivienda, donde el líder de los populares gallegos anunció la construcción del doble de viviendas públicas que las que se levantaron durante los trece años que duró el mandato de Núñez Feijoo.
La vivienda no es el único tema en el que Rueda se ha distinguido de su predecesor. Él quiere competencias, mientras que en la era Feijoo en la Xunta este asunto nunca fue un caballo de batalla. De momento, se ha conseguido la transferencia de la gestión del litoral, pero también se abre la puerta a que Galicia continúe el camino de Cataluña y pida la competencia para conceder permisos de residencia y de trabajo a extranjeros, sin descartarse otras posibles transferencias. Para Rueda, la clave está en pedir aquellas «que sean útiles de verdad para la ciudadanía».
Tampoco deberíamos olvidar la postura de Rueda ante el gallego, mostrándose abierto a negociar un nuevo plan de normalización lingüística. En definitiva, Rueda no es, ni mucho menos, un apéndice de Feijoo. Y ha ganado en relativamente poco tiempo una solidez e independencia mucho mayor de lo que desearían sus opositores Pontón y Besteiro, quienes, con la boca pequeña, intentan vender al presidente de la Xunta como una marioneta de su partido en Madrid.
Los hechos dicen otra cosa.