De Elon Musk se puede esperar de todo, por esperar hasta se podría esperar que cualquier día apareciese con un chédar de sombrero. Bueno, ya no hay que esperar. Hay quien dirá que a este hombre se le ha subido el queso a la cabeza. Literalmente. Pero la cosa, o sea, el queso, tiene coartada: a los vecinos de Wisconsin se les llama cheesehead (cabeza de queso), y como Elon andaba por allí carretando votos para el Tribunal Supremo, pues el guiño populista estaba, digamos, a pedir de boca. He aquí al papá de X, chaqueta Starship, cinturón Tesla y cero sentido del ridículo, prácticamente el mismo que tiene de la democracia: para este Napoleón con cuajo y gesto de queso revenido hasta los votos tienen precio. En realidad, nada especialmente nuevo bajo el gruyer político. Elon Musk. Entre él y Donald Trump se la están dando con queso al mundo. Cuando a los ratones se los pone a vigilar el queso. Es como si el sueño americano empezara a oler a pies.