Ningún territorio comprendido entre el canal de Panamá y las rocas de Marte puede considerarse libre del afán expansionista exteriorizado por el nuevo presidente de Estados Unidos. Hace un par de años, sin que entonces lo supiéramos, la tercera entrega de Borgen, Reino, poder y gloria, nos puso sobre la pista de lo que habría de ocurrir con Groenlandia, un suelo remoto donde ahora Donald Trump quiere clavar la bandera de las barras y estrellas.
Con todas las licencias que otorga la ficción y la misma agudeza con la que caló a la clase política en temporadas anteriores, esta derivada de Borgen retrata el papel esencial que tendrá esta isla para las grandes economías. Resulta clave observar las perspectivas del cambio climático y todo lo que ocurrirá cuando el deshielo vaya descubriendo el petróleo y los minerales sepultados permanentemente bajo el agua congelada. Sus ocho episodios prolongan el personaje de Birgitte Nyborg cuando esta es nombrada ministra de Asuntos Exteriores y una empresa descubre petróleo en Groenlandia. La lucha por el control del Ártico pone el foco en las dificultades de Dinamarca, titular de este territorio, para competir contra las superpotencias internacionales.
La tercera entrega no es la mejor de esta serie danesa, pero se ha convertido ahora en un pequeño manual para explicar el mundo que viene.