En junio, exámenes: toca «operación neurona»

Ovidio Vidal AL HILO

OPINIÓN

María Pedreda

31 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la llegada del sol y la cercana necesidad de poner el bañador se pone en marcha la operación bikini. También en esta época se inicia la operación neurona: miles de jóvenes estudiantes ponen a prueba los conocimientos acumulados durante el año para tenerlos «a mano» por si son requeridos en el examen. Eso supone un gran esfuerzo para el cerebro y su rendimiento, como en cualquier órgano, va a depender de su puesta a punto. El cerebro es complejo, por eso él solito consume el 20 % de nuestra energía. El hombre primitivo, el Homo ergaster, hace 1,8 millones de años tuvo que modificar toda su estructura energética para poder garantizar energía al cerebro, que estaba en plena evolución, pasando de ser un vegetariano, que se alimentaba de frutas, raíces y semillas, a carnívoro y carroñero, para lograr un mayor rendimiento energético. El mayor estimulo cerebral en la época de exámenes implica una mayor necesidad de materiales. Precisa más energía, y de forma continuada, ya que el cerebro no tiene depósitos de reserva. Más oxígeno, el 20 % del aire respirado. Ácidos grasos, para las membranas de sus neuronas. Aminoácidos, para mejorar la memoria y la función cognitiva. Proteínas, para los neurotransmisores. Antioxidantes vitamina E, para proteger las células de los radicales libres. Vitaminas del complejo B, que activan la producción de energía y síntesis de neurotransmisores. Magnesio, que aumenta la transmisión de señales. Hierro, que optimiza el transporte de oxígeno. Agua esencial, para el equilibrio de líquidos y nutrientes. Por tanto, la alimentación en época de estudio ha de ser amplia y variada para satisfacer las necesidades creadas. Cuando la alimentación es inadecuada, disminuye la memoria y la concentración, aumenta la fatiga mental, se altera el humor, se incrementan la ansiedad e irritabilidad, la depresión y las alteraciones del sueño, entre muchas otras. En las épocas previas a los exámenes hay que escapar de los malos hábitos, como saltarse comidas, que interrumpe la continuidad del aporte energético; o el abuso de comidas manufacturadas que aportan nutrientes inadecuados, así como dietas monótonas y restrictivas bajas en energía e hidratos de carbono y nutrientes. Es fundamental garantizar la glucosa, combustible casi exclusivo del cerebro, a partir de féculas, harinas, pastas; ácidos grasos omega 3, tomando pescados grasos, sardinas, caballa, nueces, frutos secos. Las proteínas, en forma de carnes magras, lácteos, huevos, legumbres. Antioxidantes en las verduras y frutos del bosque, espinacas. Complejos B en las carnes, pescados cereales integrales, huevos, lácteos. La vitamina E de los frutos secos, aceites vegetales, semillas, espinacas, brócoli, legumbres. Minerales como magnesio, zinc y hierro, que se encuentran también en los frutos secos, verduras de hoja verde, carnes rojas, mariscos. Y el agua, que además de la potable también está disponible en frutas como sandía, melón, naranjas… Newton concibió la teoría de la gravedad cuando le cayó una manzana en la cabeza...

La estrategia hay que planearla con los alimentos antes mencionados y, según el gusto o disponibilidad individual, hacer ingestas múltiples: tres principales, con un desayuno abundante y una comida y una cena no copiosas, con verduras, pescados, carne, legumbres, frutas. Intercalar dos o tres snacks, bocadillos sanos, fruta, yogures, frutos secos, y forzar descansos del estudio haciendo algo de ejercicio, como gimnasia, paseos, estiramientos, que junto a una habitación bien ventilada mejoran la oxigenación. Beber abundantemente, mantener un horario regular… sin llegar a la rigidez de Immanuel Kant: por el horario de sus paseos, sus vecinos ponían los relojes en hora. Disminuir los excitantes, estimulantes y tóxicos: tabaco, aminas estimulantes, café, etcétera. Ludwig van Beethoven contaba exactamente 60 granos de café por taza para que fuese perfecto. Hay que ser tolerable en las cantidades, respetando las costumbres y hábitos individuales de los examinandos, que, inmersos en el estudio, no tendrán tiempo para leer las recomendaciones que a ellos van dirigidas, por lo que tendremos nosotros que hacer de pregoneros.